Luis Alberto Buttó: La abdicación

Luis Alberto Buttó: La abdicación

LuisAlbertoButtoDesamparado y dislocado, el mandamás vociferante abdicó ante el soldado. Las intrigas palaciegas dieron al traste con el embeleco de mandato. La calle se interroga sobre el trasfondo de la abjuración.

Abdicó porque quien le sirvió la mesa al inicio del viaje le cargó la factura. Cuando se acumulan prebendas corporativas luego se demanda primer plano en la fotografía del poder. Abdicó porque le sostuvieron con base en el apremio cuando el fervor popular se apartó desencantado. El apoyo de ayer se cansó de correr riesgos y ocupó sin intermediación trincheras para negociar con ventaja la salvaguarda destinada a aminorar la potencia del sol que se avecina.

Abdicó porque la debilidad histórica se le vino encima. En la entelequia «cívico-militar», el civil embaucado por fantasías pretorianas olvida que la fuerza delinea su supremacía si el llamado a ordenar troca en manso obediente. Abdicó porque es exiguo el tiempo de las marionetas. Bastaron meses para afinar el encuadre garante del horizonte verde oliva.





Abdicó por ser nota disonante en medio de un proyecto desconfiado de arribistas. La condescendencia no alcanza a esconder que la épica no se agencia: se conquista. En abril de 1828, el Libertador le carteó a Páez: llamarse jefe para no serlo es el colmo de la miseria.

Historiador

Universidad Simón Bolívar