Hambre de libertad
En las condiciones apocalípticas en las que se encuentra Venezuela, una serie seguida de protestas multitudinarias y nacionales tomando las calles y amenazando los poderes públicos nos liberarían del chavismo en un santiamén. No tengo la menor duda. Los chavistas saldrían despavoridos.
La urgencia de un cambio político es absoluta. El pueblo lo clama a gritos, ya no puede más, se asfixia. Es literalmente un tema de vida o muerte.
Debo aclarar que cuando hablo de “protestas” no me refiero a protestas callejeras desarticuladas o espasmódicas como las guarimbas, no. Me refiero a movilizaciones masivas de cientos de miles de personas -pueblo puro y duro- hacia los poderes públicos: Miraflores, Tribunal Supremo de Justicia, Consejo Nacional Electoral, Fiscalía, gobernaciones y alcaldías para poner fin a la tiranía.
Si lo hacemos, créanme, sería infalible.
La historia no se equivoca
Desde los orígenes de la civilización los pueblos han luchado por su libertad y sólo la han logrado cuando se han organizado y movilizado para conseguirlo. No es nada nuevo que una nación logre liberarse de una opresión dictatorial como la chavista; el cómo se alcanza esa libertad, sí lo es.
En la Antigüedad, Edad Media o en los movimientos emancipadores de la Modernidad, como los de Estados Unidos, Francia o Latinoamérica, las protestas y movilizaciones libertadoras exitosas se hicieron con las armas (con violencia).
A partir de la experiencia de Gandhi, las movilizaciones libertadoras del siglo XX se hicieron de manera noviolenta (Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Chile, Ucrania, entre otras) y también fueron exitosas. Es fundamental resaltar que lo que sustituía las armas (y la violencia) era la participación masiva de la gente en las protestas.
En Venezuela hemos decidido por la organización y movilización noviolentas. Son menos traumáticas; dignifican y enaltecen a los que luchan.
Es decir a ti.
Ocupar el palacio
Decía Trotsky que el pueblo -es decir, la fuerza soberana que constituye poderes (el poder constituyente)- si quería liberarse de una tiranía debía ocupar el poder constituido (por ejemplo, Miraflores, Tribunal Supremo, etcétera). El objetivo siempre fue -y será- ocupar el palacio del Rey, espacio donde reside simbólicamente el poder.
No tengo duda, insisto, que ante la calamitosa situación que padece Venezuela, el pueblo venezolano está más que dispuesto a movilizarse, tomar las calles para ocupar los poderes públicos, con el vital objetivo de salir del chavismo.
Si iniciase la gesta liberadora mañana y organizadamente arrancasen una serie de protestas de paulatino crecimiento hasta que se lograse la ocupación de los poderes públicos constituidos, la liberación sería pronta y segura. No hay poder, por más tiránico y criminal que sea, que pueda soportar la presión popular en las calles.
Lean bien: no hay.
Revocatorio: el último aliento democrático
La vocación noviolenta y civilista del pueblo venezolano es admirable. En lo personal, pese a todas las rabias, heridas y ultrajes, me sumo orgullosamente a ella. A diferencia de los chavistas, no somos ni conspiradores, ni golpistas, ni asesinos. No disparamos ni dispararemos contra ningún venezolano. Por eso somos unos convencidos de la movilización democrática, porque dirime conflictos sociales y políticos de manera cívica y pacífica.
El Revocatorio, además de ser un derecho constitucional, se ha convertido en la única vía democrática para dirimir una crisis de envergadura, insisto, apocalíptica. Es el último aliento que nos queda para entendernos civilizadamente, como venezolanos.
Que se lleve a cabo, pese a la irresponsabilidad de Zapatero, es de vida o muerte. Quizá no lo sea para España, pero para nuestro país sí que lo es.
Y aquí desde hace doscientos años mandamos los venezolanos, no los españoles.
¿O con Nicolás no es así?
La amenaza del chavismo
Da lástima observar la manera como el chavismo huye del Revocatorio. Las argucias y trampas con que intentan evitarlo si no fueran trágicas, serían hasta chistosas. Tiemblan de pánico ante él y han amenazado con usar todos las patrañas por evitarlo.
A quién le temen realmente, ante quién tiemblan de pavor, es ante el bravo pueblo de Venezuela que ya está harto. De lo contrario, ¿por qué no lo permiten?
No descartemos que el Revocatorio se realice. Si nos organizamos y movilizamos para lograrlo será muy cuesta arriba que el chavismo impida su realización, por no decir imposible.
Pero siendo honesto no soy optimista. Sé que hay que seguir exigiendo y luchando, pero no lo soy. Conociendo el carácter criminal de este régimen, su irrespeto por la legalidad y el Estado de derecho, pero sobre todo su desprecio por el sufrimiento venezolano, es muy posible que nieguen su realización, lo cual nos pondría ante un escenario de irreversible de rebelión popular y cívica.
A todas luces ese momento está cerca…