El plan de administración de cargas y el racionamiento de agua, la inseguridad e infraestructura en las escuelas, las irregularidades que se denunciaron del Programa de Alimentación Escolar del Zulia (Paez), la migración y las asambleas generales de los docentes fuera del aula ocasionaron un bajo rendimiento académico de los alumnos durante el año escolar 2015-2016. Pero la mala alimentación de los estudiantes encabeza la lista de problemas al cierre del período. así lo reseña laverdad.com / Isamar Cristina Prieto
“Tuve que lavar ropa ajena para poder darle dinero a mi hija para la merienda del colegio. Nunca había hecho esto”, contó enfadada Evelinda Díaz. En ocasiones, dijo, sus ingresos no alcanzan para darle almuerzo a sus niños y los envía a clases sin comer. Y fue la primera temporada en la que Díaz no tuvo dinero para comprar un par de zapatos colegiales. “Este año escolar no fue para nada un logro. Fue caótico”.
Cuando Johana Ochoa, representante de un joven en el liceo Udón Pérez, respondió cómo catalogaría el año escolar que culmina, frunció el ceño, perdió su mirada por pocos minutos y resumió: “Fue fatal”. Enlistó la falta de comida, la carencia de docentes en algunas materias, los robos frecuentes en el plantel y el poco dinero del que disponía para costear los gastos escolares de su hijo, en comparación con los años anteriores. Ochoa consideró que su hijo no tiene una preparación óptima para avanzar al siguiente grado.
María Quevedo, directora del liceo nacional Octavio Hernández, señaló que la nutrición del alumnado agudizó el ausentismo en los salones. Afirmó que notó desgano en los estudiantes, por lo que decidió disminuir la exigencia, aunque los docentes velaron por el cumplimiento programático. La autoridad enfatizó que los niños con hambre “no rinden”, lo que ocasiona retraso en el aprendizaje.
Aulas malnutridas
Willmaidy Lozano, educadora de un plantel público, admitió que parte de sus colegas llevaban comida a sus alumnos. “Hubo mucho ausentismo escolar este año y se dio por la carencia de alimentos, primeramente”. La maestra estimó en una escala de uno a 10 el desarrollo del período académico 2015-2016 y lo ubicó en el último número, siendo este “muy malo”.
Al iniciar el segundo lapso, un alumno de Lozano dejó de asistir al colegio, pero retomó su escolaridad tres meses después. Lo hizo “con 10 kilos menos”, según contó la profesora con indignación. Al igual que ese, la maestra recordó la contextura de otros alumnos de la institución y concluyó que “los estudiantes que se ausentan están llegando muy flacos”.
En el cafetín del Octavio Hernández, los trabajadores donan a diario 25 almuerzos al alumnado, una cifra que Arelis Hurtado, empleada del área administrativa del instituto, estimó elevada. Hizo un recuento de sus 22 años al servicio de la educación y resaltó que es la primera vez que ve una crisis alimentaria “tan fuerte” que afecta a los estudiantes.