Paúl Montiel Angulo ha tenido una vida dura que ha sabido superar con una fuerza interior superior y una dedicación a los logros que sorprende e inspira. Su historia no las cuenta Manuel Portillo (@Manu524) en un reportaje para el portal Noticia al Día que les reproducimos a continuación
Una prótesis de titanio no ha sido la traba para ser ejemplo de superación. Vive cada día con intensidad, la misma que le hace levantar unos 140 kilos en press con banca. Para Paúl no hay grises, solo blanco y negro; en un futuro espera ayudar a más personas con limitaciones físicas a ver la vida desde un ángulo distinto
Un accidente le cambió el físico, la vida y el destino. Por culpa de un rin ardiente y filoso, vio perder su pierna derecha y casi la izquierda que fue salvada gracias a 80 clavos y un año en cabina hiperbárica para superar una resistente infección.
Sólo contaba con 23 años aquel muchacho que disfrutaba de una noche de dominó y amigos, pero a quien la tragedia le esperaba en un puesto de comida rápida en la avenida Cecilio Acosta. Su nombre: Paúl, Paúl Montiel.
Han trascurrido 23 años de ese día, pero las cicatrices sirven como recordatorio de que la vida no es color de rosa y que cada día hay que vivirlo como el último, con la misma intensidad en que Paúl, ya con 45 años, nada 1.200 metros de piscina o pasa dos horas en el gimnasio para prepararse con miras al Nacional de Potencia para atletas con limitación motora.
Una invitación cambió todo
El 15 de mayo de este año, con una caminata, fue el inicio de todo. Una llamada invitándolo a participar en el Maracaibo Gatorade Rock fue el punto de partida para proponerse metas y así caminar los 10 kilómetros de la prueba, aun sabiendo que su prótesis le podía fallar y que su pierna “sana” no estaba acostumbrada a andar más allá de unos cuantos metros.
“Un amigo me llamó, me dijo que si quería participar en la caminata. Lo pensé y me dije a mí mismo: ¿por qué no?, busqué mi kit de participación y a las 6.00 de la mañana estaba en La Vereda esperando la largada”, aseguró mientras tomaba agua tras culminar una serie de sentadillas.
Y así Paúl fue uno más de las cinco mil personas que corrían y caminaban por la avenida El Milagro con la diferencia de que “el hombre de la pierna de titanio” debía sortear con algunos percances para cumplir con el objetivo.
“No fue fácil culminar los 10 kilómetros, pues la prótesis me falló casi en los metros finales y tuve que quitármela para terminar saltando en un solo pie ya casi sin fuerzas, pero eso sí, con muchas ganas de llegar a la meta. ¡Gracias a Dios pude culminar!”, explicó.
Con el objetivo cumplido y prácticamente una prótesis nueva, a Paúl se le despertaron las ganas de trazarse cosas, pruebas duras que les sirvieran de ejemplo a aquellas personas que han perdido una extremidad.
No le bastó con la caminata, el próximo paso fue nadar tres kilómetros en aguas abiertas en Margarita.
“Mi hermano me comentó sobre este evento y me dije: ¡vamos a intentarlo! A pesar de que solo he nadado unas 20 piscinas cada vez que voy zambullirme al agua”.
Sin miedo al fracaso pudo cumplir esta empresa por amor a sus hijos. Solo contó con la stamina y adrenalina necesaria para aguantar en mar abierto un calambre en su única pierna.
“Llegué a la meta adolorido y cansado, pero la satisfacción por llegar aplacó cualquier malestar”.
Tocó fondo
Un médico le predijo a Paúl que tardaría unos cuatro años en volver a caminar con su pierna remendada por los clavos y tornillos, pero el ímpetu de este guerrero le hizo estar de pie a los ocho meses de salir del hospital en los Estados Unidos.
“No fue fácil para mí, me hundí en el alcohol y en la depresión por haberme separado de mi primera esposa. Hasta que un día vi a mi hija menor en la cuna y decidí que por mis hijos dejaría esa oscura vida”, confesó Paúl.
Desde entonces, se ha dedicado a alentar a todas las personas a las que le han amputado una pierna, les anima, les enseña a ver la vida con ojos de esperanza y superación.
“Una vez fui por petición de un médico amigo mío a hablar con un camionero que tuvo un accidente y le debían amputar la pierna o simplemente moría por la fuerte infección. Él (camionero) estaba reacio a la idea, prefería morir antes de verse con una sola pierna”.
“Le conté mi historia y me zafé del mono que me cubría la prótesis y al instante llamó al doctor para que le practicaran la amputación”, narró Paúl.
Alma de buen corazón
Para Paúl, ayudar al prójimo no es cuestión de obligación, es un deber que cumple a cabalidad porque ve que puede ser una herramienta para aquellas personas que tocaron fondo, así como él.
“Sé que tengo un propósito en la vida. Estoy claro en que puedo ser ejemplo para otros y eso me llena”, refirió.
Y un claro ejemplo de ello fue cuando sin pensarlo dos veces le regaló una de sus prótesis a un muchacho repartidor de pizzas que perdió su pierna en un accidente en moto.
“Mi novia me dijo: ‘Paúl, estás loco, te vas a quedar sin una de repuesto’. Casualmente, a los días se me dañó la mía, pero en realidad ni me importó al ver la felicidad del repartidor de pizza con su pierna de titanio”, relató.
Y no solo eso, el motivador será patrocinador principal de la selección zuliana de pesas para atletas con dificultad motora que verán acción en el nacional de la especialidad.
“Yo voy a participar con ellos en la competencia y no podía permitir que fueran en paupérrimas condiciones. No es justo para ellos”, aseveró.
En la vida existen muchos héroes anónimos que vienen con una misión específica. Son personajes que no cuentan con las habilidades sobrenaturales, pero sí con esa carga de luz necesaria para iluminar el sendero de los otros.
Paúl no es Batman o Capitán América, pero sí es un héroe de carne y hueso. “El Hombre de titanio”.