Una de las cosas más denostadas por el chavismo son los llamados ajustes o “paquetes” que fueron promovidos por el FMI y el Banco Mundial durante la década de los 90. Los “paquetazos” imponían ajustes de precios, erosionaban la capacidad de compra de los salarios, generaban alta inflación y recortaban los gastos del gobierno. Hoy en Venezuela vivimos los mismos ajustes, pero sin los beneficios de los mismos.
En todo caso, recurrir a estas medidas “neoliberales” no es placentero para ningún gobierno, sus consecuencias económicas y sociales causaban gran malestar en la población y la popularidad de las administraciones caían hasta niveles peligrosos para la gobernabilidad. Las reformas eran el último recurso de un país para salir de una crisis económica, las administraciones pagaban el precio de los ajustes a cambio de préstamos, refinanciación de las deudas y como forma de atraer inversiones y hacer competitiva la economía.
En nuestro caso, al iniciar el gobierno de Maduro Venezuela se encontraba en una situación económica que requería ajustes, pues la deuda externa que ahogaba al país, la inflación más alta del mundo, escasez de alimentos y caída de la producción nacional. En la primera etapa Maduro se negó a reconocer la crisis y quiso culpar a terceros (Guerra Económica, Imperialismo, entre otros), con la entrada del ministro Pérez Abad observamos algunas medidas clásicas de corrección de los desequilibrios, entonces ¿Por qué no funcionan?
En nuestra opinión, aun cuando la moneda se ha devaluado más de 1000%, los sueldos son los más bajos de América y nuestra inflación es la más alta del mudo, se ha introducido un sistema cambiario que obedece al mercado, lo cual debió oxigenar la economía, pero sigue existiendo una crisis estructural que no muestra síntomas de mejoras. El problema son las contradicciones en materia económica. Por un lado se toman medidas ortodoxas y por el otro siguen expropiando y culpando a los empresarios, lo cual genera una desconfianza que no permite que lleguen los beneficios de los “paquetazos,” ni en inversión extranjera, ni en préstamos con bajos intereses.
La desconfianza con la que el mundo mira el gobierno madurista, incluyendo a China y Rusia, hace que tengamos lo peor de dos mundos. Las medidas económicas más duras del neoliberalismo, pero sin los beneficio a largo plazo para estabilizar la economía y generar crecimiento. Es por ello que para salir de la crisis, debemos salir del gobierno y para eso debemos seguir trabajando.