Cientos de manifestantes pacíficos marcharon el domingo por la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, para exigir la expulsión de la suspendida presidenta Dilma Rousseff, en un recordatorio de la turbulencia política que convulsionó Brasil en los meses previos a los Juegos Olímpicos.
Reuters
Cinco días antes de la inauguración de los Juegos, hubo marchas en contra y a favor de Rousseff en al menos otros diez estados, convocando en su mayoría a pequeñas multitudes, semanas antes de que se enfrente a un proceso de juicio político que la alejará probablemente para siempre del poder.
Los que se manifestaron en Río, algunos con la bandera brasileña anudada sobre sus hombros y casi todos vestidos con los colores nacionales verde y amarillo, gritaban “¡Fuera Dilma! ¡Fuera la corrupción!”.
Estos mismos eslóganes estaban escritos en inglés para que los vieran los turistas extranjeros que acudían a la célebre playa de Copacabana. Se espera que unas 500.000 personas visiten Río con motivo de los primeros Juegos Olímpicos que se celebran en Sudamérica, entre el 5 y el 21 de agosto.
“Es una manera de mantener la presión sobre el Senado (…) para mostrar que el pueblo brasileño no aceptará que Dilma Rousseff siga en el poder”, dijo Carlos Carvalho, uno de los organizadores de la protesta en Río.
También hubo manifestaciones en todo Brasil contra el presidente interino Michel Temer, según Globo TV. Esta semana reconoció que es probable que sea abucheado cuando acuda a la inauguración de los Juegos el viernes, mientras que Rousseff aseguró que no asistirá.
Ninguna de las concentraciones fue ni de cerca tan grande como las de anteriores años, en las que cientos de miles de personas salieron a la calles para protestar contra la corrupción y el Gobierno.