Es un huracán que aturde con voces altisonantes de agresiones y rumores, que ha resquebrajado el piso de su seguridad interna y lo empuja hacia un extremo u otro sin permitir ver ninguna luz al final de un túnel que parece eterno… es lo que llamamos crisis. Así lo reseña toyfeliz.net
Entre esas voces se oye “tengo ganas de salir corriendo”, “me agobia la incertidumbre”, “me siento cada día con menos recursos”, “vivo con miedo”, “¿hasta cuándo?”.
Lo que algunos perciben y viven como conmoción puede no serlo para otros. Sin embargo, estamos inmersos en una realidad colectiva, y cada quien se afecta en menor o mayor grado con lo que le sucede al conjunto.
Al igual que las crisis individuales, las colectivas nos dan oportunidad de cambiar para ser mejores, como individuos y como sociedades. No se presentan por casualidad, no son caprichos de los dioses. Son la consecuencia de creencias, paradigmas, actitudes y acciones.
“La crisis es el otoño de muchas estructuras marchitas con las que habíamos intentado dominar el mundo. Sus ramas irán cayendo. Algunas harán ruido. Pero también es un momento en el que se abren nuevos espacios y nuevas posibilidades”, señala Jordi Pigem, filósofo español contemporáneo, autor de Buena crisis: Hacia un mundo postmaterialista y GPS: Valores para un mundo en transformación.
Para afrontarlas y convertirlas en oportunidades de crecimiento, se requiere de reflexión y voluntad, tanto en forma individual como colectiva. Veamos algunas de las acciones que podemos emprender para salir fortalecidos.
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