Machiavelli en el Capítulo 24 de sus “Discursos” sobre Tito Livio, considerado como la pieza que más honestamente expresa su pensamiento político personal y en particular su simpatía republicana y por la libertad -vivere libero-, escribió: “Cuando se trate de una cuestión que sin absolutamente ninguna duda afecte la seguridad del país al que se pertenezca, no hay nada que cuestionarse, si la acción a tomar es justa o injusta, misericordiosa o cruel, o digna de elogios o vergonzosa; por lo contrario uno debe apartar todos los escrúpulos y llevar cualquier acción que le permita salvar su vida y su Libertad”. Machiavelli es reconocido como un eminente filósofo político “no del mundo como debe ser, sino del mundo como es”.
Es evidente que la comunidad internacional no podría aceptar semejante postulado, aunque penosamente vemos como renuncia a manifestarse cuando esta receta de Machiavelli es abiertamente adoptada, pero no para rescatar la libertad sino para secuestrarla.
Creo que no hay duda de que ese es el caso de nuestra propia tragedia, pero pienso que cuando somos más papistas que el Papa, o más Suizos que los propios suizos, en nuestro proceso político, no sobra releer la receta de Machiavelli.