Miles de católicos se congregan en el santuario de Lourdes, en el sur de Francia, con motivo de la peregrinación anual de la Asunción, en medio de fuertes medidas de seguridad después de los recientes ataques terroristas.
Está previsto que unos 25.000 fieles participen en esta peregrinación, la más frecuentada de todas las que acoge el santuario francés. Según el dogma católico, la fiesta celebra la subida al cielo de la Virgen María y concluye el 15 de agosto con una misa solemne.
Los peregrinos italianos y belgas se unieron este año a los franceses, así como una delegación de unos 200 cristianos de Oriente y otra formada por unos cien fieles de Costa de Marfil.
Las celebraciones empezaron este viernes con una procesión, cuyo trayecto fue modificado por razones de seguridad.
Después de la matanza del 14 de julio en el paseo de los Ingleses en Niza (sureste) que dejó 85 muertos y el asesinato el 26 de julio del sacerdote Jacques Hamel, de 85 años, degollado en plena misa en una iglesia de Normandía (noroeste), las autoridades han reforzado el dispositivo de seguridad en el santuario de Lourdes, uno de los principales centros de peregrinación de los católicos.
Desde el jueves, policías y militares patrullan por las 52 hectáreas del santuario, donde se encuentra la cueva de Massabielle. Allí, según la iglesia católica la Virgen se apareció a Bernadette Soubirous en 1858.
En los tres accesos abiertos, en lugar de los 12 habituales, los agentes de seguridad filtran las entradas de los visitantes y controlan sus bolsos, unas medidas similares a las que se aplicaron durante las visitas de Juan Pablo II (2004) y Benedicto XVI (2008).
El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, anunció que visitaría el santuario el sábado para “inspeccionar el dispositivo de seguridad”, teniendo en cuenta la amenaza terrorista que sigue siendo “extremadamente elevada”.
“Tradicionalmente, el 15 de agosto rezamos [entre otros] por los militares”, explica el padre Fabien Lejeusne, director de la peregrinación. “Esta oración tendrá una especial repercusión puesto que son los que ahora se encargan de protegernos”.
El despliega de seguridad “es un poco impresionante pero, si sirve para tranquilizar a todo el mundo, está bien”, estima Françoise, de 58 años, una voluntaria que ayuda a los enfermos, que llegan numerosos a este lugar sagrado conocido por sus curaciones milagrosas.
La oración, ‘nuestra única arma’
“Es importante mostrar que la vida continúa. Los fanáticos que intentan sembrar el miedo no tienen que hacernos renunciar a nuestra fe, a nuestras creencias, a nuestra forma de vivir”, afirma Matthieu Guignard, de 40 años, responsable de la peregrinación de los niños, que va a Lourdes “desde hace más de 20 años”.
Para Christian, de 66 años, la oración “es nuestra única arma, y la utilizamos”.
El miedo a nuevos atentados ha obligado a las autoridades francesas y a varios ayuntamientos a anular numerosos festivales y manifestaciones culturales, por no poder garantizar la seguridad durante los eventos.
Aunque la popular peregrinación del 15 de agosto ha visto reducirse en estos últimos años el número de feligreses presentes, los atentados de julio han supuesto “paradójicamente” un “aumento” de las inscripciones, según el padre Fabien Lejeusne. AFP