La disparatada farsa de un asalto inventado por nadadores estadounidenses en los Juegos Olímpicos de Río 2016 no ha acabado con el regreso de los cuatro deportistas a su país y aún se ventilará en la justicia brasileña.
EFE
La “mentira olímpica” involucró al laureado Ryan Lochte y a sus compañeros Gunnar Bentz, Jack Conger y James Feigen, quienes están ya de regreso en Estados Unidos pero aún pueden enfrentarse a cargos por “falsa comunicación de crimen” ante la justicia brasileña.
Feigen fue el último en retornar a Estados Unidos, hacia donde partió la noche de este viernes después de aceptar pagar una multa de 35.000 reales (unos 10.800 dólares), que será destinada a una organización civil que promueve el deporte en una favela de Río de Janeiro.
Sin embargo, poco después de la partida de Feigen, la Fiscalía de Río de Janeiro apeló contra esa sanción pecuniaria y la consideró “insuficiente”, por lo que exigió que sea fijada en 150.000 reales (unos 46.500 dólares).
La defensa de Feigen en Brasil ha anunciado que apelará a esa decisión, anunciada tras el “hecho consumado” del pago de la sanción impuesta inicialmente y su partida hacia Estados Unidos.
No obstante, el asunto será definido en los intrincados caminos de la justicia brasileña, en los que el caso seguirá su trámite en ausencia de los deportistas estadounidenses, que uno a uno han ido aceptando la farsa y, en mayor o menor medida, se han disculpado.
Bentz, Conger y Feigen han confesado que el doce veces medallista olímpico Lochte inventó la mentira del supuesto asalto a mano armada sufrido por el grupo en Río de Janeiro.
La farsa cobró dimensiones mayores sobre todo por el hecho de que Lochte llegó a decir que habían sido asaltados por personas que vestían uniformes de la policía.
La investigación, sin embargo, comprobó que los nadadores fueron a una fiesta acompañados por tres mujeres y que, cuando regresaban a la Villa Olímpica, pararon en una gasolinera, causaron destrozos y se enfrentaron con los empleados y los guardias de seguridad.