Sebastiana Barráez: Azúcar para el café de Diosdado

Sebastiana Barráez: Azúcar para el café de Diosdado

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La periodista de investigación Sebastiana Barráez publica en su columna en el semanario Quinto Día sus impresiones sobre la afirmación del diputado Diosdado Cabello que los “los revolucionarios siempre andan felices”





 

DIOSDADO. Es el diputado Cabello. Asegura –en su programa Con el Mazo Dando– que los revolucionarios siempre andan felices y agregó que si se tiene que tomar el café sin azúcar, pues lo hace. Con perdón del diputado. Dudo mucho que usted no consiga azúcar. Pero vaya a una cola en el supermercado, móntese en el metro, en una buseta o dé un paseo por los hospitales. Le suplico que nos enseñe un video para ver las caras de felicidad de esas masas hambrientas. O entre los millones de personas, que hacen cola en cada rincón del país, no hay ningún chavista, lo que evidenciaría que la revolución llegó a su final, o usted está mal informado. No le diré que me sorprende que quienes aplauden, en su programa, con entusiasmo y frenesí, ante esas aseveraciones suyas, puedan tener acceso al privilegio de recibir las bolsas de los CLAP, fardos de harina a precios regulados o bultos de leche, harina, leguminosas y medicamentos. Mueren animales de los zoológicos por falta de alimentos. Sacan a enfermos de los psiquiátricos y a viejitos de los ancianatos, por el mismo motivo. Usted comparte el verdadero poder en este país. Prefiero creer que no está informado a sospechar que es capaz de mentir ante todo un país que está atravesando una feroz inflación, una ola despiadada de carestía. Yo sí he visto en los hospitales a los pacientes y sus familiares, con sus caras de angustia y lágrimas, porque no consiguen o no tienen para comprar ni el suero, mucho menos los antibióticos. Sí, he visto crecer en los barrios, en las zonas populares, el número de gente pasando hambre. Y claro, también a los jóvenes saliendo por los aeropuertos, buscando un futuro mejor. Por favor, le suplico que no recurra al argumento de la Cuarta República, porque es cierto que aquello no era el paraíso, pero esto que vivimos hoy está muy lejos de ser la mayor suma de felicidad posible.

 

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