Maduro lo dijo clarito en cadena de radio y TV: Durante la marcha del 1 de septiembre la represión alcanzará “niveles nunca antes vistos… Erdogan se quedará como un niño de pecho”.
Sabemos que el Gobierno viene encarcelando y asesinando muchachos desde el Día de la Juventud de 2014. Pero esta vez Maduro advierte que la represión será mucho peor. No hay motivos para dudar de sus palabras.
El sector institucional de las Fuerzas Armadas tiene la obligación de impedir una masacre. Sobre todo cuando la amenaza proviene de un hombre que ni siquiera es venezolano. No tiene ningún sentido seguir apuntalando a un gobierno moribundo, que ha destruido a Venezuela y que tiene pasando hambre a nuestro pueblo.
En las actuales circunstancias, una actuación institucional de las Fuerzas Armadas Nacionales estaría plenamente justificada. Los artículos 328, 333 y 350 de la Constitución las obligan a intervenir. La comunidad internacional lo entendería, puesto que ha sido sensibilizada por el Informe Almagro, los dictámenes de la ONU, y los reportajes de la prensa mundial. El pueblo venezolano lo celebraría en las calles. Solo la directiva de la MUD se opondría, aunque nadie entiende porqué.
De hecho, a las Fuerzas Armadas no les quedan más alternativa que intervenir. O lo hacen ahora, antes de que Maduro mate más gente, o tendrán que hacerlo después, en circunstancias mucho peores, cuando se produzca la explosión social.