La pesadilla del estadounidense encarcelado en el Sebin

La pesadilla del estadounidense encarcelado en el Sebin

Foto: Joshua Holt y Thamara Caleño / Univision
Foto: Joshua Holt y Thamara Caleño / Univision

 

Un hombre de Utah encarcelado en Venezuela por cargos de armas describió en su primer mensaje que vive una “horrible pesadilla” de acoso policiaco y enfermedades recurrentes.

Por JOSHUA GOODMAN, Associated Press





“Se siente como si la presión del mundo estuviera encima de mi pecho. Mi corazón se siente hinchado y a punto de explotar”, afirmó Joshua Holt en una carta escrita a mano que su madre difundió el martes. “Desde que llegué a este horrible lugar, en donde los demonios recorren los pasillos… mi vida ha estado en una destrucción total”.

Holt fue arrestado casi dos meses atrás, luego de que la policía encontrara un fusil de asalto durante un allanamiento al complejo de vivienda pública de Caracas en el que vivía junto a su esposa venezolana. Ambos se conocieron por internet cuando Holt quería practicar el español que había aprendido como misionero mormón en una comunidad hispana del estado de Washington. Viajó a Venezuela para casarse con la mujer y aguardar la visa estadounidense con el fin de que pudieran iniciar su vida juntos cerca de Salt Lake City.

Pero el mes pasado, el ministro del Interior de Venezuela, Gustavo González, se refirió a Holt como “el gringo” y acusó al hombre de 24 años de edad de ser un pistolero entrenado y vinculado a intentos no especificados por parte de Estados Unidos para minar al gobierno del presidente Nicolás Maduro en momentos en que la nación sudamericana vive una profunda crisis política y económica.

En la misiva escrita la semana pasada, Holt describe cómo lo abrumaron el temor y la confusión tras su arresto. Dijo que durante semana y media fue obligado a dormir en una celda caliente con apenas dos pequeñas ventanas fuera de su alcance, y apenas lo suficientemente grande para albergar una cama pequeña.

“Las siguientes horas estuvieron llenas de temor y terror, luego de amenazarme con hacerme cosas horribles mientras me tomaban fotografías y se reían, como si yo fuera un monstruo de la naturaleza o un animal de otro mundo. Incluso el jefe principal de todo el SEBIN se tomó fotografías conmigo como si fuera una especie de trofeo”, escribió, refiriéndose a las iniciales de la policía secreta de Venezuela. “Pensé que esto era el lago de fuego y azufre”.

Holt rechaza haber cometido un delito y acusó a la policía de plantar el arma y una granada en el apartamento, luego de que los agentes intentaron sin éxito extraerle un soborno de 10.000 dólares.

El estadounidense afirma que todas las noches llora antes de dormir, cuestionando su fe y lidiando con una serie de enfermedades.

“He sufrido una enfermedad tras otra, piedras en los riñones, bronquitis, y ahora tengo algo que me provoca comezón como nunca la había sufrido. Hubo momentos en los que apenas podía respirar. El juez aprobó no una, sino dos veces, que fuera trasladado al hospital, pero nunca he salido de la cárcel”, escribió.

La esposa de Holt, Thamara Caleno, también está encarcelada como cómplice.

En la carta, Holt agradece a las miles de personas que se han interesado en su caso con el hashtag #JusticeForJosh (Justicia para Josh), pero les pide que no se olviden de su esposa. Indicó que ambos se las ingenian para verse una vez al día, cuando van en busca de botellas de refresco llenas de agua para bañarse.

“La verdad es que si pudiera, me quedaría aquí el doble de tiempo si mi esposa pudiera obtener su libertad para estar con nuestras hijas”, escribió refiriéndose a las dos niñas que ella tuvo antes de conocerlo.

Holt dijo que ha encontrado consuelo en los versos del Libro de Mormón.

Diplomáticos estadounidenses se han reunido con Holt, la última vez el 16 de agosto. Pero hasta el momento Washington ha evitado incrementar la presión pública sobre Venezuela en momentos en que ambos países ya tienen relaciones tirantes y no han intercambiado embajadores desde 2010.

Un funcionario del Departamento de Estado dijo que las autoridades estadounidenses siguen de cerca el caso y han hablado sobre él con sus contrapartes venezolanas. El funcionario, quien habló bajo condición de guardar el anonimato de acuerdo a la política de la dependencia, dijo que la agencia exhortó al gobierno venezolano a respetar el debido proceso y los derechos humanos, así como a garantizar un juicio justo.

Holt quiere que el gobierno del presidente Barack Obama haga aún más.

“Cuando se trata de quitarme el dinero mi gobierno se convierte en experto y nunca falla, pero si se trata de salvarme la vida, me abandonan y afirman que no hay nada que puedan hacer”, escribió.

Laurie Holt le dijo a The Associated Press que recibió una copia escaneada de la carta por parte de la suegra de su hijo después de que ésta visitó la prisión recientemente. Publicó una transcripción de la misiva en un mensaje de Facebook con el objetivo de recibir más apoyo por parte del gobierno federal estadounidense.

La próxima audiencia del caso está programada para el 15 de septiembre, fecha en la que Holt afirma que será capaz de demostrar su inocencia.

“Sin embargo, con este gobierno y las cosas que he visto y escuchado, eso no significa nada”, aseguró. “Lo único que puedo hacer es suplicarle al Señor para que ablande los corazones de estas personas y los de los gobiernos”.

Puede leer el mensaje completo aquí:

No tengo la oportunidad de expresarme a mí mismo aquí dentro del SEBIN [Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional] de Venezuela, pero puedo escribirlo. He recibido muchas noticias desalentadoras en mi vida, y algunas de ellas me han golpeado realmente el corazón. No obstante, la noticia que recibí ayer fue la peor noticia que haya recibido nunca antes. Mi corazón nunca se ha sentido antes de esta manera, me es muy difícil explicarlo. Siento como si la presión del mundo entero hubiera recaído sobre mi pecho. Mi corazón se siente como si se hubiera inflamado y estuviera a punto de reventar. Creo que esto se debe a una combinación de diferentes cosas.

Desde que llegué a este lugar horrible donde los demonios se pasean por los pasillos, y escuché las palabras abandonar la boca de mi adorada esposa, con quien sólo llevaba casado dos semanas, mi vida ha caído en la destrucción más absoluta. Con los ojos llenos de lágrimas, ella me miró a los ojos y me dijo: “Mi amor, están diciendo que encontraron un arma de fuego y una granada en nuestro apartamento”. Seguido por la pérdida de las emociones, no sólo de las del amor de mi vida, sino además de las emociones de mí mismo, cuando me pusieron las esposas. Las horas que siguieron estuvieron llenas de miedo y de terror, mientras ellos me amenazaban con hacerme cosas horribles, me tomaban fotos y se reían como si yo fuera un aborto de la naturaleza o un animal venido de otro mundo. Hasta el jefe principal de todos en SEBIN se tomó fotos conmigo como si yo fuera una especie de trofeo para él. Todavía recuerdo a mi bella esposa, de pie a mi lado, mientras ellos nos tomaban fotos, y ella lloraba y me rogaba que no la olvidara, que no la abandonara, y que no perdiera mi amor por ella. Lo único que quería yo era despertar de esta horrible pesadilla que seguro no podía estar sucediéndome de verdad.

Yo no soy una mala persona, no he hecho nada en mi vida que me haya causado problemas con las autoridades. Yo estaba seguro de que en cualquier momento me iba a despertar, y que vería la cara de mi amada, y que ella me daría los buenos días con un beso amoroso lleno de su afecto hacia mí. En lugar de eso, lo que me viene a la mente es cómo sucedieron las cosas en la realidad, cómo ella me despertó a las 6:00 de la mañana con el miedo y la preocupación reflejados en su cara. Mientras ella me habla oigo a gente que grita, bebés que lloran, y el ruido de personas tratando de entrar a la fuerza en los hogares donde las familias reposaban juntas, donde creían estar seguras. Mi esposa me dice que la policía nacional de Venezuela está yendo puerta por puerta, entrando a la fuerza en los hogares y preguntando por los hombres. Nos arrodillamos y rezamos una oración al Señor para que él nos bendiga y nos proteja. Voy a la sala y miro por la ventana y veo a cientos de agentes de la policía, que estaban juramentados a proteger a las personas, entrando a los apartamentos, persiguiendo a unas personas y disparándole a otras.

Mi esposa y yo tenemos la esperanza de que tal vez, a lo mejor, ellos no vengan a nuestra puerta. Ese pensamiento se desvanece en seguida cuando escuchamos cómo nuestros mayores miedos se convierten en realidad. BUM, BUM, BUM, ¡LA POLICÍA! Corro a nuestro cuarto y me meto en la cama mientras mi esposa abre la puerta. El agente le pregunta si hay algún hombre en el apartamento. Ella les dice que sí, mi esposo, yo y mis dos hijas. El viene a nuestro cuarto y me golpea en el pie con la mano para despertarme. El me hace algunas preguntas, mira mi visa, y después se va. Nos sentimos aliviados, hasta que escuchamos los mismos temores volver a la vida 40 minutos más tarde. Esta vez son unos 5 agentes de policía, y ellos entran por la puerta como si nosotros hubiéramos hecho algo malo. Ellos se me echaron encima, y empezaron a gritarme, me quitaron el teléfono y empezaron a destruir el apartamento en busca de algo que no estaba en ninguna parte. Me dicen que me vista porque tengo que acompañarlos. Me siento asustado y confundido. ¿Qué he hecho? ¿Habré hecho algo malo? ¿Me habré metido en un problema? Ellos me aseguraron que todo estaba bien, y que solamente querían verificar mi información. Mientras ellos me llevan hacia una vieja camioneta picop, otro agente de policía les pregunta por qué me llevan, y su respuesta de una sola palabra le da suficiente información al agente para que entienda: “Gringo”, y el agente respondió: “ah, okay”.

Esto tiene lugar una y otra vez. Mientras me retienen en la cama de una camioneta picop durante más de 5 horas, ellos le disparan a la gente, me dan golpes en la cabeza y hacen chistes sobre mí. Les pregunté por qué estaban haciendo esto, y la respuesta fue: “¿y cómo tratan a los latinos en Estados Unidos?” Empiezo a sentir miedo de que ellos van a matarme, y que no puedo hacer nada para evitarlo. Finalmente, me ponen en el asiento trasero de un jeep y me llevan a su oficina, pero por el camino paran y compran empanadas. Ellos me dieron dos, y me dijeron que ellos eran mis amigos, y que no hacía falta que yo tuviera miedo. Espero un par de horas en la oficina, mientras escucho a agentes que me dicen que estoy metido en un problema muy grande. Veo mi teléfono conectado a una computadora, mientras un agente está corriendo algún tipo de programa en mi teléfono. Estoy empezando a preocuparme de verdad. Es ahí que mi esposa entra a la habitación, y con los ojos llenos de lágrimas me dice: “mi amor, ellos están diciendo que encontraron un arma de fuego y una granada en nuestro apartamento”.

No fue hasta días después que averigüé que la policía había entrado en nuestro apartamento por tercera vez pidiendo $10,000, y que luego habían plantado estas cosas en nuestro apartamento porque no teníamos dinero. Ellos le hicieron y le dijeron cosas horribles a mi esposa tratando de que ella dijera cosas malas de mí, pero ella se negó a decir nada que no fuera cierto. Mi pobre esposa fue separada de sus dos preciosas hijas y traída aquí a SEBIN bajo acusaciones de que ella era mi cómplice. El tiempo que yo había pasado en Venezuela antes de que ellos me llevaran fue muy corto. Durante una semana nos preparamos para nuestra boda, y por otra semana estuvimos en nuestra luna de miel. Un momento que debería ser el más feliz en la vida de una persona ha sido convertido en el peor. Pasé una semana y media en una celda donde sólo cabía una cama personal, con dos ventanas a unos 12 pies de altura que sólo tenían alrededor de un pie de ancho y uno de alto. Hacía mucho calor allí, y yo pensé que este tendría que ser el lago de fuego y azufre.

Ya llevo 51 días en este lugar horrible. He sufrido una enfermedad tras otra, cálculos en los riñones, bronquitis, y ahora tengo algo que me da una picazón como nunca había sentido antes. He tenido momentos en que apenas podía respirar. El juez aprobó, no ya una vez, sino dos veces, que me llevaran al hospital, y sin embargo nunca he salido de la cárcel. Esta cárcel está llena de montones de personas inocentes que llevan aquí muchos años, lo cual me aterra, sabiendo que somos inocentes. Ya ha habido 10 ó 20 personas, presos y guardias, que me han dicho que estoy aquí porque soy estadounidense. Los guardias también me han dicho que aquí los estadounidenses no tienen derechos de ningún tipo.

Veo a mi esposa una vez al día cuando voy a buscar botellas de refresco llenas de agua para bañarme. Le doy un beso y le digo que la amo, y que algún día volveremos a ser una familia. Es difícil expresar el sentimiento que tuve ayer, cuando mi abogado me dijo que estábamos acusados, y que tendríamos que permanecer aquí hasta el 15 de septiembre. Se me rompió el corazón cuando ella me dijo que necesitamos más ayuda y apoyo de mi gobierno. Cuando se trata de quitarme mi dinero, mi gobierno se ha vuelto un experto y nunca falla, pero cuando se trata de salvar mi vida ellos me abandonan y me dicen que no pueden hacer nada.

Nunca he pasado tantas noches llorando hasta que me quedo dormido, y preguntándome por qué Dios ha permitido que nos ocurra esto a mí y a mi familia. Me rompe el corazón aún más ver que mi esposa piensa que mi familia está tratando de salvarme sólo a mí, y no a ella. He oído hablar de ‘?#JusticeForJosh?’ y me siento agradecido; no obstante, ese es sólo el 50 por ciento de la justicia que tiene que hacerse. JusticeForJosh hace que mi esposa y su familia y yo mismo pensemos que sólo se trata de mí, y nada de ella. La verdad es que, si yo pudiera, me quedaría aquí el doble del tiempo con tal de que mi esposa pudiera conseguir su libertad y reunirse con sus hijas.

Creo que sólo las palabras de un profeta pueden explicar cómo me siento en este momento. Estoy pasando mucha tribulación, arrepintiéndome casi hasta la muerte, hasta que el Señor en su misericordia ha tenido a bien arrebatarme de un fuego eterno… Mi alma ha sido redimida de la hiel de la amargura, y de los lazos de iniquidad. Porque me hallo en el más tenebroso abismo; atormentaba mi alma un suplicio eterno; no obstante, sé que seré rescatado, y que mi alma no sentirá más dolor. Yo me regocijo en mi Señor y mi Salvador. Sé que ellos están vigilando y escuchando cada oración. No sé cuándo él va a responder a mis oraciones, pero sé que él lo hará. Veo lo que tiene de cierto lo dicho por el élder Neil L. Anderson: “”.

A veces se hace difícil no sentir ira contra el Señor; pero yo sé que él me ama, y que él no me hará padecer algo que yo no pueda soportar, pero no sé cuánto más podré soportar. Pienso en dos versículos del Libro de Mormón que se avienen muy bien a mi situación. Están en el Primer Libro de Nefi, en sus versículos 16 y 17. Dice así: “Y me dijo: ¿Comprendes la condescendencia de Dios? Y le respondí: Sé que ama a sus hijos; sin embargo, no sé el significado de todas las cosas”. Yo sé que el Señor nos ama a mi esposa y a mí, y que tengo que enfocarme en eso y en la fe que tengo en Jesucristo y en su expiación. Ya no me queda otra cosa, y no puedo perder eso también. Venezuela no es tan peligrosa a causa de la gente como lo es a causa de la corrupción de la policía y del gobierno. He pasado 51 días aquí, y me quedan por lo menos otros 26 días, y por primera vez podremos demostrar y decir y probar nuestra inocencia. Sin embargo, con este gobierno, y con las cosas que he oído y que he visto, eso no significa nada.

Lo único que puedo hacer es rogarle al Señor que ablande los corazones de estas personas y los de los gobiernos, y si el gobierno está leyendo esto les ruego que me ayuden a ponernos en libertad a mi esposa y a mí, somos inocentes y lo único que queremos es estar juntos y crear una familia. Por favor, por favor, escuchen a sus corazones y ayúdennos. Hasta ese momento estaré aquí pensando en todos ustedes, y rezando con todo mi corazón para que se haga justicia. Como dijo una vez el élder Holland: “No se den por vencidos. Sigan andando, sigan esforzándose, hay ayuda y felicidad por delante. Algunas bendiciones llegan temprano, otras llegan tarde, y otras no llegan hasta que estamos en el Cielo, pero para aquellos que aceptamos el Evangelio de Jesucristo, ellas llegan. Todo estará bien, al fin y al cabo. Confíen en Dios, y crean que hay cosas buenas por venir”. (¡Gracias, Linds!) Y gracias a todos ustedes que nos han escrito cartas de amor y de apoyo. Yo no voy a perder mi fe. Yo estoy haciendo lo mejor posible para mantenerla, aunque hay días en que le pregunto a Dios como lo hizo José [Smith]: “Oh, Dios, ¿en dónde estás?”

Hasta que volvamos a vernos,

Joshua Anthony Holt