Son raras las ocasiones en que las naciones se encuentran ante encrucijadas que pueden cambiar el destino de sus generaciones venideras. Hoy en Venezuela estamos frente a esa circunstancia, el próximo jueves primero de septiembre puede definir nuestro futuro.
Ese futuro está en manos de cada uno de nosotros, pues desde hace 80 años (desde la manifestación del 14 de febrero de 1936) todos los cambios políticos y sociales que contribuyeron al desarrollo del país fueron impulsados por los ciudadanos movilizados y organizados.
Durante los últimos 17 años hemos dado una lucha épica contra las pretensiones tiránicas de secuestrar a todo un país. Hemos observado movilizaciones de gran calado que nos recuerdan que la sangre de nuestros héroes sigue corriendo por nuestras venas. Muchos se sienten fatigados, porque después de tanto esfuerzo nos encontramos en una situación aún más caótica que años atrás, a esos amigos les digo que no nos podemos rendir cuando ya se visualiza la victoria.
El pueblo hace bien en exigir a sus dirigentes y partidos políticos que se comporten a la altura de las circunstancias históricas que vivimos, pero la responsabilidad de rescatar a Venezuela de las tinieblas que le envuelven, es de cada uno de nosotros. Este jueves debemos exigir nuestro derecho a revocar el mandato que tanto daño le ha hecho al país.
Todos los que podamos sumarnos a la que promete ser la mayor movilización de la historia venezolana debemos hacerlo, debemos cumplir con ese deber. Quienes por las mismas circunstancias adversas no puedan participar directamente, deben involucrarse en su difusión; por las redes sociales, boca a boca o portando nuestra bandera. El destino del país no está en manos del CNE, del TSJ, de Tibisay o Nicolás, sino de su pueblo.
La sensación de que ésta será una manifestación histórica ha llegado a Miraflores y sus allegados, por ello en los últimos días han querido frenar el impulso ciudadano con medidas de represión e intimidación. La detención de un alcalde en funciones, el regreso a prisión de Daniel Ceballos, el allanamiento a residencias de dirigentes de la Unidad, entre otras medidas, buscan infundir miedo y desánimo, pero este pueblo, que no se sometió ante ningún dictador no le teme a las amenazas.
Este jueves responderemos a estas acciones con el mayor temor de cualquier tiranía, la movilización popular dispuesta a luchar sin descanso por su derecho a decidir su futuro.