Marta Colomina: La enloquecida represión del régimen
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Maduro no es el mismo desde “La marea blanca venezolana”, como tituló El Tiempo de Colombia la contundente manifestación pacífica de 1.100.000 venezolanos que llenaron las calles de Caracas para reclamar al gobierno y a su CNE la realización del revocatorio a Maduro. Nicolás sabe que la grotesca mentira de que la “marea blanca” era apenas de “30.000 escuálidos”, como repetían las cacatúas oficiales para consolarse, de nada les sirvió, porque aquel gentío fue visto por los militares activos y los policías que reciben órdenes de reprimirlos; por los rojitos que están pasando tanta hambre como los que firmaron el revocatorio; fue escudriñado por Raúl y Fidel Castro desde La Habana, quienes también observaron la desmirriada réplica roja que a duras penas llenó una cuadra de la delatora avenida Bolívar. A propósito de los montajes chavistas para magnificar su exangüe concentración, The Economist comenta burlonamente que “en un intento de exagerar su apoyo, funcionarios tuitearon imágenes de una gran marcha de camisas rojas, pero se puso de manifiesto que las imágenes mostradas eran de otra concentración del año 2012, cuando Chávez estaba vivo”. Desde esa “Toma de Caracas” en la que el mundo vio su desnudez política, Maduro siente que en el poder tiene los días contados. Frente a unos medios audiovisuales censurados, la prensa mundial y las redes sociales mostraban aquella riada humana captada por un dron declarado enemigo de la revolución y el joven Puglia encarcelado sin prueba alguna por presuntamente haberlo operado. De Alaska hasta la Patagonia, pasando por Europa y Asia, encontrábamos medios con las imágenes de aquella masa humana que traspasaba la barrera de miles de policías, militares y “colectivos” armados, puestos por el gobierno para impedir que llegasen a la capital. ¡Y llegaron, a pesar de los represivos impedimentos oficiales! El editorial de El Tiempo da en el clavo sobre la verdadera razón de la escalada represiva de Maduro durante los últimos días: “Lo del jueves confirmó algo que ya se intuía desde las parlamentarias del 6D: así como el chavismo perdió las urnas, también perdió las calles”. Quedó demostrado también al día siguiente durante el espontáneo repudio con cacerolazos a Maduro protagonizado por los humildes y valientes pobladores de Villa Rosa, en Margarita (dio la vuelta al mundo la abominable conducta de Nicolás contra los manifestantes margariteños, incluida una anciana). Ambos eventos han desatado nuevas y muy fuertes “acciones represivas contra líderes de la oposición y de la prensa libre que todavía resiste en el país” como denunciase este jueves el Centro para la Democracia en las América. En menos de dos semanas “se han allanado sedes del partido Voluntad Popular (VP); detenido a dirigentes como Yon Goicoechea (a quien metieron en una celda llena de excrementos, práctica monstruosa también contra Leopoldo López), Carlos Melo, los alcaldes Nelson Guarate, Orlando Hernández, Pedro Loreto y el editor del medio Reporte Confidencial, Braulio Jatar Alonso”, entre otros. El régimen pretende eludir la responsabilidad de esta dictatorial represión, fabricando “pruebas” entre el ministro del Interior, general Reverol (acusado de presunto narcotráfico por la Justicia de Estados Unidos) y la Fiscalía, ambos brazos punitivos de Maduro contra la dirigencia opositora, a la que acusaron de planificar un rocambolesco golpe militar para el 1-S. Como la Toma de Caracas fue pacífica y hubo millones de testigos que la vieron en el mundo, Reverol optó por afirmar que “el 1-S fue derrotado un golpe de Estado sin militares”. La delirante mentira del “golpe” fue “movida” entonces para el 7-S, fecha en la que los venezolanos de las diferentes regiones llegarían hasta el CNE –como en efecto hicieron– para pedir la fecha del revocatorio este año. Los CNE amanecieron militarizados y rodeados de “las bandas hamponiles del régimen, para evitar que la MUD consignase la solicitud del revocatorio 2016, pero es imposible silenciar al pueblo”, como acusó el presidente de la AN, Henry Ramos Allup. El Sebin (feroz policía política) amedrentó a los humildes habitantes de Villa Rosa tras el cacerolazo y se reportaron 20 detenidos. A Braulio Jatar Alonso le “sembraron” 20.000 dólares para acusarlo de “legitimación de capitales”. La GNB acumuló ese día delitos para su prontuario en el que “el honor no se divisa”: cientos de testigos de Villa Rosa relatan que a varios de los jóvenes detenidos (3 menores de edad) la GNB “les sembró los cauchos y los mismos guardias hicieron las bombas molotov delante de nosotros”. Una joven que hizo fotos fue agredida y obligada a borrar las gráficas. Por si fuera poco, la improvisada visita de Maduro constituía otro engaño más: iba a “inaugurar” unas casas construidas hace más de 30 años por Jaime Lusinchi y a las que se les había dado una “pinturita”.
Aunque Maduro grita que “no hubo golpe de Estado como pretendía la oposición”, su ministro Reverol sigue con la “siembra” de “explosivos” y “planes terroristas” contra líderes opositores, como hicieron con Goicoechea. Reverol dice haber incautado explosivos y armas de guerra en una finca de Apure para ser usados “en actos desestabilizadores” a la par que alardea “de que no se aceptará ningún tipo de violencia en territorio venezolano” precisamente en Apure, minado por grupos irregulares colombianos que andan como “Pedro por su casa”; en un país que concluirá este año con más de 30.000 muertes violentas y donde, en lo que va de año, homicidios y robos aumentaron 170%. El regaño de Maduro a Reverol en transmisión en vivo de “no quiero ver más un PNB parado en una esquina perdiendo el tiempo”, anunciaría el cambio de funciones de la PNB, como advierte el experto Luis Izquiel. Ahora la PNB se dedicará a reprimir a la disidencia, porque la GNB no se da abasto. El 1-S dejó nuevos presos políticos y numerosos jóvenes con régimen de presentación; 23 diputados de la MUD han sido agredidos este año. Ramos Allup y Chúo Torrealba son seguidos por el Sebin. La escalada represiva del régimen alcanzó a varios miles de funcionarios despedidos por haber firmado el revocatorio; más de 200 en el Seniat, 126 en el Banco Bicentenario, y así hasta llegar a miles. El tsj, brazo político del régimen, protagoniza otra burda forma de insania represiva para acabar con el más democrático de todos los poderes: la AN. De los 112 diputados opositores que garantizaban la mayoría calificada a través de la cual podrían ser sancionados los magistrados que han venido actuando en contra de la Constitución, fue borrada de un plumazo a través de declarar “nula” e inexistente la incorporación de los diputados de Amazonas, a la par que ese tsj anuló todas las decisiones tomadas por la AN, castrando así la soberanía popular con un golpe de Estado judicial. Doble golpe si el cne rojito se sale con la suya de retrasar el revocatorio a Maduro hasta marzo de 2017.
Maduro y sus secuaces, enloquecidos con la represión y con apoyo popular que no llega a 10%, saben que tienen los días contados. Lo ven hasta los ciegos. Tiempo al tiempo.