Para esta reunión Maduro ha dispuesto una cantidad de dinero que se estima en $250 millones, una suma con la cual ciertamente hubieran podido hacerle un nuevo acueducto a Margarita. En ese presupuesto se incluye una horrorosa estatua del difunto, la cual será derribada tarde o temprano, como le sucedió a la estatua de Hussein en Irak, así como apresuradas mejoras a la zona donde se reunirán los forajidos, al mejor estilo de la aldea Potemkin. Se han llevado de urgencia cargamentos de comida y otros artículos de consumo, a fin de darle a la isla una apariencia de normalidad, a pesar de que sus habitantes saben bien el desastre que allí prevalece. Los presos han sido trasladados a tierra firme. El fraude que se hace a los visitantes es gigantesco. Los hoteles harán un dinerito, alojando a tanto ladrón y asesino. La fábrica española de espadas de Bolívar seguramente habrá recibido una orden por varias docenas, las cuales se repartirán como “Souvenirs” entre los asistentes, varios de quienes ya la tienen, como es el caso del tiranuelo Mugabe.
De manera abusiva el régimen ha prohibido la llegada de vuelos y embarcaciones a la isla, así como la presencia de miembros de la oposición en Margarita, violando de nuevo los derechos de los venezolanos a transitar libremente. Maduro tiene terror a una nueva demostración de desprecio como la sufrida hace una semana en Villa Rosa.
Al mismo tiempo, aún no se ha dado a conocer la lista de quienes vendrán, por lo cual nadie sabe si los miembros presentables de esa organización estarán allí. Ya se dice que el primer ministro de la India, uno de los países fundadores de la organización, no vendrá, ya que tiene asuntos más importantes que atender. Igualmente se ignoran los planes de Indonesia, otro de los países fundadores. Un indicio de la poca importancia que tendrá esta reunión es que Rafael Correa ha sido designado como la figura principal.