El legítimo mecanismo constitucional, cuya realización desencadenaría un cambio democrático de Presidente y de gobierno, es la realización del RR16. Un proceso ya en curso, cuya interrupción no podría ser interrumpido, sin la colusión de dos poderes públicos, el Ejecutivo Nacional y el TSJ para perpetrar un prevaricato e incurrir en fraude de Estado contra la Constitución y la democracia.
Un juego de tronos de mala catadura que despedazaría al Estado de Derecho. Tal barbaridad potenciaría la inestabilidad política y suprimiría uno de los diques que está conteniendo las protestas de hambre. La probabilidad de desbordamientos pasaría a ser alta.
Frustrar arbitrariamente la esperanza de cambio sería una ruleta rusa de la cúpula oficialista sobre su propia sien. A menos que llegue a entender que no tiene ni la fuerza, ni la legitimidad, ni la razón constitucional para bloquear al referendo.
Venezuela está unida en el deseo de votar para revocar. Ya no hay dos polos de magnitud más o menos equivalentes, sin subestimar el 20% de venezolanos que aún respalda el proyecto Chávez y que tiene derecho a seguir expresando sus puntos de vista sobre la justicia social o el combate a las desigualdades, pero dentro de la Constitución.
La militancia del PSUV y algunos sectores dirigentes que se oponen, puertas adentro, a un giro totalitario pueden evitar la negación y desaparición del proyecto original que ellos defienden. Pero no pueden callar más.
Existen también factores decisivos para mantener un cambio pacífico sólo asumiendo posiciones institucionales. Una de ellas es la Fuerza Armada que debe terminar de comprender que la primera fuente de paz y estabilidad es el cambio.
No son días fáciles los que vienen. Para salir bien de ellos hay dos claves. Una, que el país todo se comprometa a fondo con el RR16. La otra, practicar el diálogo y estar abiertos a una negociación para el cambio y la formación de un nuevo gobierno que va a necesitar una muy ancha base de apoyo.
@garciasim