Por más de dos horas, Timoleón Jiménez estuvo sentado, casi sin cruzar palabra. El jefe de las FARC había fumado un puro y bebido café antes de conocer por la televisión que los colombianos votaron en contra del acuerdo de paz que había firmado seis días antes.
Jiménez, también conocido como Timochenko, había llegado a un club de La Habana a esperar la votación en compañía de Iván Márquez, Pablo Catatumbo, Pastor Alape, Jesús Santrich y Rodrigo Granda, los jefes de las FARC que por cuatro años negociaron el pacto para empezar a extinguir el último conflicto armado del continente.
La prensa estaba en el lugar. Algunas guerrilleras lucían sus mejores galas para lo que debía ser un día de celebración.
Timochenko, que esta semana regresó a Cuba tras firmar el acuerdo con el presidente Juan Manuel Santos, en una ceremonia con invitados internacionales en el puerto de Cartagena, se arrellanó en una poltrona de cuero, fumó un puro Cohiba y bebió café mientras seguía la transmisión de la cadena Telesur.
El pacto, que en esencia busca que las FARC dejen las armas y se conviertan en una fuerza política, debía ser aprobado para su implementación en medio del alto al fuego bilateral que rige en Colombia desde el 29 de agosto.
– “La lucha sigue” –
Los primeros boletines de la autoridad electoral, con menos de la mitad de los votos escrutados, daban un apretado triunfo al “Sí” sobre el “No”.
Pero a partir del séptimo informe el “No” se puso al frente por estrecho margen. Siempre sereno, Timochenko le musitó algo al oído a Catatumbo.
El jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dio una última calada, guardó dos tabacos más en un pequeño bolso negro, sacó una hoja de papel doblada en cuya esquina se leía un “No” y la puso sobre su muslo.
Timochenko había preparado dos discursos. Uno por cada opción en el plebiscito. Detrás de él, Márquez, jefe del equipo negociador de las FARC, también fumaba un habano y hablaba por celular.
El silencio que se había tomado la sala fue interrumpido de repente por una proclama fuerte de Santrich: “!Viva la paz para Colombia!”. Hubo aplausos.
“La gente tiene optimismo, la lucha sigue”, comentó por su parte Timochenko, mientras veía el testimonio de un colombiano que proclamaba la paz, pese a que los resultados ya proyectaban una derrota del acuerdo por mínimo margen.
Los guerrilleros no podían votar ni hacer campaña por la consulta, pero confiaban en un respaldo mayoritario al pacto para terminar con 52 años de un enfrentamiento que deja millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados.
Cuando ya el rechazo al acuerdo era prácticamente irreversible, las FARC pidieron a la prensa salir un momento de la sala.
Con 99,95% de las mesas escrutadas, la opción del “No” (50,21%) se imponía a la del “Sí” (49,78%). Más de un 60% de colombianos se abstuvo de votar.
Después del sorpresivo resultado, que ninguna encuesta anticipaba, los periodistas querían saber de boca del comandante máximo de la guerrilla si el resultado significaba el retorno a la guerra.
Timochenko se paró frente a las cámaras y leyó un comunicado con voz fuerte que en principio despejó la incógnita.
Las FARC “lamentan profundamente que el poder destructivo de los que siembran odio y rencor haya influido en la opinión de la población colombiana”, dijo.
Pese a ello, “mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro”.
El líder rebelde terminó su corta intervención diciendo: “al pueblo colombiano que sueña con la paz que cuente con nosotros. La paz triunfará”.
Tras esta declaración, la prensa abandonó el lugar y Timochenko se quedó a solas con sus hombres más cercanos. Ninguno parecía abatido.
AFP