El huracán Matthew, el más poderoso que tocaría tierra en Estados Unidos en más de una década, golpeó el jueves Bahamas en su camino hacia la Florida tras dejar al menos 265 muertos en el Caribe, la mayoría en Haití.
Reuters
Matthew azotó el noroeste de Bahamas en su curso hacia la costa atlántica de Florida, y el Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Estados Unidos informó que la fuerza de sus vientos aumentó hasta los 220 kilómetros por hora (kph).
Esto lo convirtió en un huracán “extremadamente peligroso” de categoría 4 en la escala Saffir-Simpson y es probable que continúe así mientras se acerca a Estados Unidos, donde podría descargar directamente sobre Florida o avanzar a lo largo de la costa para la noche del viernes. El CNH advirtió que su paso podría dejar consecuencias “potencialmente desastrosas”.
Haití se llevó la peor parte en el paso de Matthew por el Caribe, ya que 261 de los fallecidos fueron en la empobrecida nación. Autoridades locales dijeron que “varias decenas” murieron en una localidad costera del suroeste a la que rescatistas y otros trabajadores recién comenzaban a acceder tras el paso del ciclón.
En tanto, miles de personas tuvieron que desplazarse después de que el huracán destrozó casas e inundó barrios. Los otros cuatro muertos fueron en la vecina República Dominicana.
A su paso por Nassau, capital de Bahamas, Matthew derribó árboles y palmeras y destrozó algunos techos de construcciones.
Todavía era demasiado pronto para predecir qué parte de Estados Unidos sufriría más el paso de Matthew, pero el CNH amplió su área de alerta desde el sur de Florida hasta Carolina del Sur pasando por Georgia. Más de 12 millones de residentes estaban bajo vigilancia por el huracán, según Weather Channel.
El último gran huracán en impactar al país norteamericano con vientos máximos sostenidos de 177 kilómetros por hora fue Wilma en 2005.
Jeff Masters, un veterano experto en huracanes, dijo que la amenaza es especialmente seria en Cabo Cañaveral.
“Si Matthew toca tierra en la costa de Florida, este sería el punto más probable. Hay miles de millones de dólares en equipamiento e instalaciones en riesgo en el Kennedy Space Center y las bases cercanas, que nunca experimentaron el paso de un gran huracán”, señaló.
Las carreteras de Florida, Georgia y Carolina del Norte y del Sur estaban congestionadas y los suministros escaseaban en las gasolineras y tiendas de alimentos antes de la llegada del huracán.
El presidente Barack Obama declaró estado de emergencia en Florida y en Carolina del Sur, una decisión que autoriza a agencias federales a coordinar esfuerzos de ayuda.
Cientos de vuelos de pasajeros fueron cancelados en Florida, incluyendo servicios de American Airlines< AAL.O>, Delta Airlines y United Airlines.
A las 2100 GMT, Matthew se encontraba a unos 160 kilómetros al este-sureste de West Palm Beach, dijo el CNH. Se desplazaba con dirección noroeste a 20 kph.
El gobernador de Florida, Rick Scott, instó a unas 1,5 millones de personas del estado a estar atentos a las órdenes de evacuación. “Si usted es reacio a evacuar, sólo piense en todas las personas que han perdido la vida”, dijo en rueda de prensa. “El tiempo se acaba. Está claro que o tiene un impacto directo o va a subir por la costa y vamos a tener vientos con fuerza huracanada”.
Scott, que activó a varios miles de efectivos de la Guardia Nacional para ayudar a lidiar con la tormenta, advirtió que es probable que millones de personas se queden sin electricidad.
En Florida se espera una subida del nivel del mar de hasta 2,7 metros, por lo que Scott pidió a la gente que se mantenga alejada de las playas. “No hagan surf”, señaló. “No vayan a la playa. Eso les matará”.
Los refugios en Florida, Georgia y Carolina del Sur estaban abiertos para los evacuados. En los estados hay equipos federales de respuesta a las emergencias coordinando los esfuerzos con funcionarios y reuniendo suministros.
Matthew -el huracán más fuerte que sufrió el Caribe desde que Félix golpeó Centroamérica en 2007- azotó el martes y miércoles Cuba y Haití con vientos de 225 kph y lluvias torrenciales, dañando pueblos, cultivos y viviendas. La devastación en Haití obligó a posponer la elección presidencial.