La edificación que ocupa el organismo del trabajo en Ciudad Bolívar presenta filtraciones y, en sus paredes proliferan hongos, que conllevan a la existencia de un fuerte olor a humedad en todo el lugar.
Nota de prensa
Las últimas lluvias en la ciudad lograron profundizar el estado de deterioro del lugar. Las aguas han hecho estragos, inundando algunas áreas, e impidiendo el desarrollo normal de labores.
Aunque el inmueble está desalojado por completo en su planta baja, la superior la ocupan la Inspectoría del Trabajo, una biblioteca virtual y Fundapiar.
La falta de mantenimiento ha destruido parte del inmueble. La escalera de madera en forma de caracol que da al último piso o azotea sucumbió al paso del tiempo y, a la acción de los comejenes, que acabaron con varios escalones.
El riesgo a un desplome inminente sigue latente.
Pero, esto no parece importarle a nadie. Ni siquiera a los trabajadores, patronos y funcionarios encargados de velar por que se cumpla la Ley Orgánica del Trabajo, de los Trabajadores y Trabajadoras (LOTTT), y La Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo (LOPCYMAT).
Todos guardan silencio. “Lo que pasa es que nadie habla por que los pueden botar”, dice una mujer que esperaba ser atendida en la institución del trabajo.
Tampoco, es que sea una estructura cualquiera. Se tratan de unas instalaciones que están en resguardo y cuido de la Gobernación del estado Bolívar, como patrimonio histórico.
La casa Mercantil, que perteneció al empresario Virgilio Casalta para principios del siglo XX, está ubicada en pleno corazón del Paseo Orinoco, y forma parte de las galerías porticadas con vista al majestuoso Orinoco.
