Luis Alberto Buttó: La paciencia agotada

Luis Alberto Buttó: La paciencia agotada

La tarea es sumar, no restar ni mucho menos dividir. Dado el caso de que lo que está en juego no es bagatela, pues implica el sufrimiento de millones de compatriotas, uno mismo incluido, se asume en múltiples oportunidades la prudencia como norma y se evita la crítica a los factores democráticos al comprender que determinadas opiniones pueden generar confusión o desaliento y terminan siendo utilizadas por el oficialismo en su malévola tarea de tergiversar la realidad para tratar de desmontar el movimiento por el rescate de la democracia. Pero, a veces, las incoherencias e inconsistencias de este lado del mundo político son de tal calado que la paciencia se agota y se torna inmoral y cómplice el pasar agachado.

A un renombrado dirigente de la oposición se le preguntó en un programa de radio su pensar acerca de la necesidad y/o conveniencia de activar la desobediencia civil frente a los desmanes cometidos por el gobierno en su impúdico intento por negar la expresión democrática de la población. La respuesta fue de antología: le parecía improcedente invocar el 350 constitucional pues, desde su entendimiento, tal artículo fue incluido en la Constitución a pedido del ex presidente Chávez para justificar los alzamientos militares de 1992. ¡Venga! Se le olvidó el pequeño detalle que TODA la Constitución fue hechura de Chávez y, desde esa perspectiva, tampoco tendría sentido estar hoy luchando por la realización del referendo revocatorio en tanto y cuanto éste es igualmente un instrumento político ideado por el adalid supremo del golpismo contemporáneo venezolano. El afán por parecer original cuando no se tienen condiciones para serlo y la manía por deslindarse con hipocresía de otros que militan en la unidad, a los cuales se pretende minimizar para ganar resonancia propia a como dé lugar, léase sin vergüenza alguna, conduce a la elaboración de argumentos tontos y deleznables, por decir lo menos, que sólo confunden al ciudadano desprevenido que escucha, en busca de la línea política a seguir, a supuestos líderes que, en verdad, dejan mucho que desear al respecto.

Otro dirigente opositor, más encumbrado todavía, advierte a grito destemplado que en caso de que el referendo revocatorio no se realice este año, en Venezuela puede pasar cualquier cosa. Después de tanta elucubración teórica la ciencia política ya no tiene nada más que buscar: se agotaron todas las explicaciones posibles a los procesos acaecidos durante el último lustro en esta tierra tan maltratada. Descubrimiento del agua tibia: claro que puede pasar cualquier cosa; que el gobierno permanezca incólume en las décadas por venir mientras la gente se muere de hambre en sus casas o de mengua en los hospitales, por ejemplo. Con tamaña claridad estratégica si acaso se llega a la esquina.

En realidad, tanta torpeza, tanto desaguisado juntos, no deberían sorprender a nadie. En un país, en buena medida a la deriva conceptual, donde quien hace encuestas, sin que nadie sepa quién contrata y paga, es exaltado mediáticamente al sublime grado de gurú santificado que no opina sino que pontifica, cualquier argumento destinado a jugar a la irreverencia premeditada, y por ende farsante, tiene cabida. Así las cosas, se apela a una supuesta objetividad para reconocer que hay descontento en la base social (no les queda de otra) al tiempo que, como quien no quiere la cosa, se alerta que el descontento no necesariamente es contra el gobierno, no necesariamente implica capital político opositor y sí necesariamente demuestra que los invisibles independientes son la mayoría. Ergo, todo seguirá como está pues no se vislumbran condiciones sólidas para el cambio. La acomodaticia postura decimonónica cabalga sin tropiezos: un tirito al gobierno y un tirito a la revolución, por si acaso.
Como diría ALF, no hay problema. Mientras tanto, los más siguen marchando. Estos, de verdad, sí están claros y comprometidos. En ello, se les va la vida.

Historiador
Universidad Simón Bolívar
@luisbutto3

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