En lo profundo de una barriada popular en Venezuela, Ericka Torres mece a Jesús, su bebé de tres meses de nacido, para intentar calmar un intenso llanto.
Por Alexandra Ulmer/Reuters
Su hijo fue diagnosticado con microcefalia, un trastorno caracterizado por una cabeza más pequeña que el promedio y graves problemas en el desarrollo. Lo más probable es que sea a causa del virus de Zika que probablemente contrajo durante el embarazo, por las picadas de mosquitos que no pudo evitar en la zona pobre de Guarenas, a las afueras de Caracas.
Torres relató que su novio la dejó cuando los exámenes mostraron que el bebé nacería con deformaciones y, desde entonces, lucha para conseguir medicina y hasta pañales para Jesús, en medio de la grave crisis económica que sufre el país petrolero sudamericano.
“Es fuerte. Pero no me puedo estresar porque apenas está empezando esta lucha”, dijo Torres, de 28 años, quien trabaja como guardia de seguridad en un supermercado y sonríe con facilidad a pesar de las pocas horas de sueño que ha logrado conciliar por los llantos y convulsiones de su hijo.
El Gobierno socialista del presidente Nicolás Maduro, sin embargo, no ha reconocido ningún caso de trastornos de este tipo relacionados con el virus de Zika en Venezuela.
Más allá de algunas advertencias sanitarias y una serie de anuncios en medios estatales para informar sobre la llegada del Zika, el Gobierno ha suministrado pocos detalles del impacto del brote, a diferencia de Brasil y Colombia que emiten boletines semanales para dar cuenta de los casos.
Venezuela sí informa a la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la cual reportó 1.964 casos de Zika en su territorio desde el año pasado y otros 58.212 permanecen como sospechosos.
Pero aún no reporta casos de síndrome congénito como la microcefalia, asociado con el virus de Zika, ni siquiera uno en el que exista esa sospecha.
Las pruebas para el Zika son inadecuadas y han impedido evaluaciones certeras a nivel mundial, según expertos. Países como Brasil usan diagnósticos clínicos e informan de “casos confirmados y probables” de síndromes congénitos relacionados con el Zika.
Los galenos acusan al Gobierno de Maduro de ocultar la propagación de casos de Zika en medio de una crónica escasez de bienes tan básicos como la leche y los antibióticos.
Médicos entrevistados por Reuters en varias ciudades del país dicen saber de 50 casos confirmados de recién nacidos con el síndrome probablemente asociado al Zika. Medios locales contabilizan en lo que va de este año unos 60 bebés con sospechas de microcefalia vinculada al virus.
El Instituto de Medicina Tropical, de la Universidad Central de Venezuela, estima que el número de bebés con el trastorno sería mayor para fines de año, entre 563 y 1.400 niños. El cálculo se basa en los casos en Brasil -con más de 1.800 confirmados- y la tasa de embarazo de Venezuela.
La escasez de anticonceptivos, que incrementan los embarazos no deseados, y la falta de repelente para disminuir las picadas de los mosquitos transmisores del Zika hacen todavía más difícil atenuar la incidencia de nacidos con microcefalia.
Los ministerios de Salud y de Información de Venezuela no respondieron a las múltiples solicitudes que hizo Reuters para contrastar las denuncias sobre estos casos.
El Gobierno asegura que el país cuenta con uno de los mejores sistemas de atención de salud del mundo, que se enfoca en brindar atención médica gratuita y de calidad a las familias más pobres, gracias al apoyo del Estado cubano.
A la par, el equipo de Maduro mantiene varios programas sociales dirigidos a madres y niños. Sin embargo, en los últimos dos años se redujo la información oficial, incluso, dejando de difundir los boletines epidemiológicos semanales.
Pocos recursos
Decenas de mujeres y niños abarrotan los calurosos pasillos del hospital infantil J.M. de los Ríos, en Caracas, a la espera de que los médicos, pocos para el número de pacientes que llegan a diario, logren finalmente chequear a los pequeños.
En los últimos tres meses, algunos de los médicos de ese hospital dicen que se han diagnosticado unos 25 niños con microcefalia y, en buena parte de los casos, sus madres admiten haber contraído fiebre y erupciones en la piel durante el embarazo, síntomas más visibles del virus de Zika.
Los médicos ordenan exámenes y prescriben las terapias a seguir pero las familias, mayoritariamente pobres, tienen dificultades para costear los tratamientos.
“Sientes la impotencia de no poder ofrecerles más porque no cuentas con los recursos”, dijo María Pereira, una doctora de ese hospital materno infantil.
Otros gobiernos de Latinoamérica han recibido críticas por la lentitud con la que han respondido a los efectos del Zika. Médicos han criticado falta de prevención en Honduras, por ejemplo, donde estiman que se registrarán a fines de año unos 340 casos de microcefalia.
En Venezuela, médicos y diputados de la oposición han solicitado ayuda internacional para atender la crisis que produce la escasez de medicinas e insumos y reclaman a la OMS una postura más fuerte sobre la actual situación sanitaria.
El país socialista ha rechazado los ofrecimientos de ayuda que han hecho otros gobiernos, argumentando que en realidad se quiere justificar una intervención extranjera.
La oficina de la OMS para las Américas dijo a Reuters que trabaja en fortalecer la cooperación con el despacho de salud de Maduro.
Entretanto, la llegada del síndrome complica todavía la vida de muchas familias que, además, lidian con una alta inflación.
Isabel Jiménez, peluquera en su casa, su marido desempleado, y sus cuatro hijos ya tenían que saltarse el desayuno cuando le diagnosticaron microcefalia a Joshua, su hijo de dos semanas.
“Estuve llorando mucho”, dijo Jiménez al saber la condición de Joshua, quien ahora depende de familiares para ayuda con leche y citas médicas. “Al principio tenía mucha rabia y tristeza, pero tengo que salir adelante con mi bebé, no puedo hacer más nada”.