Todos los venezolanos conocemos bien la situación actual que estamos atravesando. Vivimos en un país donde la conflictividad pareciera dirigir nuestro día a día debido a una interminable crisis política, económica y social sin precedentes.
La realidad actual exige un cambio profundo en nuestra forma de vida y en nuestros valores, actitudes y comportamientos que contribuyan a la no violencia y al respeto de los derechos humanos, así como a las libertades fundamentales de cada ser humano que conformen una cultura de paz, al fortalecimiento de los procesos de democratización integral, de pluralismo político y la participación real de la sociedad, a la solución de los problemas mediante el diálogo y la negociación, garantizando a todas las personas el pleno ejercicio de todos sus derechos.
Por ello, la educación para la paz no es una opción más, sino una necesidad que toda institución educativa debe asumir. Los principios para una convivencia pacífica entre pueblos y grupos sociales se han convertido en un imperativo legal. Ahora se trata de conseguir que el derecho formal de la educación para la paz se convierta en un derecho positivo.
Debemos educar para la paz. Nuestros niños de hoy que serán el futuro de la nación y deben crecer en una sociedad cimentada en los valores, con una cultura creada desde muy temprano que exalte los valores ciudadanos y que privilegie el dialogo y el entendimiento como forma primigenia de dirimir nuestras diferencias.
La cultura para la paz hay que construirla con las herramientas de la educación, desde el hogar, en primer término, y luego en la escuela, y promoverla en todos los ciudadanos, desde edad temprana, y es que la construcción de una cultura para la paz es un proceso que supone un cambio de mentalidad individual y colectiva. Y en este sentido es fundamental el papel del sistema educativo, pues al educar en valores tendrá un carácter irreversible y positivo para un mundo más justo e inclusivo que abrace la diversidad.
Definitivamente, la educación es el medio de acción principal de una cultura para la paz, y para lograr esta, es menester unirla al desarrollo humano sostenible, al respeto de los derechos y a la justicia social. La cultura para la paz debe contribuir al fortalecimiento de los procesos de democratización integral, del pluralismo político y la participación real de la sociedad civil, implementando sistemas educativos y de comunicación integrales que permitan plantar, en todos los niveles y sectores, los valores éticos que la sustentan, comenzando por la infancia, los formadores y los especialistas de la opinión pública. Es obvio, entonces, que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela del año 1.999, haya consagrado en su preámbulo y en los artículos 1, 3 y 326, los cuales en esencia señalan, respectivamente: … “La paz es un patrimonio y un valor moral en la doctrina de nuestro Libertador Simón Bolívar”… La construcción de una sociedad justa y amante de la paz; y la paz como un principio constitucional, de obligatorio cumplimiento.
Solo trabajando juntos podremos salir adelante como país. Los grandes cambios hacia la prosperidad y el avance social y económico solo son bien logrados cuando los costos de la beligerancia y la confrontación que suelen ser altísimos y traumáticos son anulados por el dialogo y el entendimiento.
Diputado Freddy Paz.
@freddyspaz