La crisis llegó a su punto de quiebre, lamentablemente el quiebre político es más lento que el hambre, el cáncer o el VIH, muy lamentablemente. El país ya no tiene cómo seguir soportando la monumental incapacidad del gobierno nacional, los venezolanos agotamos toda nuestra capacidad para lidiar con una crisis que no da ninguna tregua.
Por Diego Scharifker / @DiegoScharifker
No se trata de que nos hartamos de Nicolás y su infinita estupidez, es mucho más que eso. Nos cansamos de acostarnos con hambre y de perseguir chiripas en nuestras casas porque no conseguimos insecticida. La inmensa mayoría estamos obstinados del mal olor de la poca agua que recibimos en nuestras casas, de bañarnos y sentir que salimos más sucios que cuando entramos a la ducha. Hoy es 25 de octubre y muy pocos de los que leen esta nota tienen dinero suficiente para comer mañana o tan siquiera para pagar el pasaje.
El país en pleno está cansado de ver como transcurren los días y la comida se hace más lejana, se alejan los sueños de una vida mejor y los sustituimos por el miserable deseo de conseguir un pan canilla para medio engañar al estómago. El país no quiere un juicio político, no quiere ver a nadie dialogando. Venezuela quiere comida en su mesa y algo de paz, nos han reducido a lo más básico.
La angustia que sentimos al salir a la calle no se calma con una cadena de propaganda gobiernera, o con las infames fotos de Cilia y sus doncellas con cara de póker en el oriente medio. El dolor de las madres al ver los cuerpos de sus hijos en medio de charcos de sangre no se apacigua con discursos, mucho menos con amenazantes uniformes verde oliva. El vaso se llenó de rabia, de frustraciones y desesperación.
Venezuela no quiere ver a generales uniformados y apertrechados de armas en televisión, mintiendo y afirmando que no son políticos cuando todos sabemos que su sangre es más roja que la de cualquiera de nosotros.
Estamos en un punto de no retorno, es tiempo de definiciones, seguimos con hambre, dolor, lágrimas y desesperación o decidimos acabar con este desastre de una vez por todas.
A los hombres de armas solo les puedo decir que la frustración del pueblo no puede ser castigada con balas, tengan un mínimo de decencia y permitan que podamos quitarnos de encima esta inmensa podredumbre que ustedes ayudaron a construir. Nadie les pide que se inmolen, sabemos que no tienen cojones para eso, solo háganse a un lado para que el pueblo decida a través del voto y haga cumplir la Constitución como ustedes no supieron hacer.
Ser generales de un ejército glorioso es una oportunidad que tuvieron y no aprovecharon, vivan con esa deshonra, será más fácil que vivir el resto de sus días con las manos más manchadas de sangre inocente.
Diego Scharifker
Concejal de Chacao