Cuarenta y una salvas de cañón precedieron la llegada este martes en carroza al palacio londinense de Buckingham del presidente colombiano Juan Manuel Santos, premio Nobel de la Paz, y su anfitriona, la reina Isabel II de Inglaterra.
En un día gris y frío propio del otoño londinense, la reina, vestida de verde, y Santos, departían animadamente a su llegada al frente de un cortejo de siete carrozas.
El carruaje real era tirado por caballos grises, como es la norma desde que Jorge I de Hánover ascendió en 1714 el trono británico y trajo consigo unos caballos de la raza de esa ciudad alemana, generalmente de pelaje gris.
En la segunda carroza iban el marido de la reina, el príncipe Felipe de Edimburgo, y la primera dama colombiana María Clemencia Rodríguez, seguidos de la canciller del país sudamericano María Ángela Holguín, que compartía carruaje con el príncipe Carlos de Gales y su esposa Camila.
La reina había ido a encontrarse con Santos en su Rolls Royce hasta el Horse Guards Parade, el gran campo de desfile de Whitehall, en el que hubo inspección de tropas y se interpretaron los himnos nacionales.
– Un reconocimiento al proceso de paz –
Miles de personas contemplaron la llegada del cortejo, que marca el inicio de la visita de Estado de Santos al Reino Unido que se prolongará hasta el jueves.
Entre ellas, muchos colombianos con banderas que se sumaban a las que colgaban en toda la larga avenida del Mall.
“Nos sentimos muy orgullosas. es algo que no volveremos a ver en la vida y Santos se lo merecía”, explicó a la AFP Dawn Bermúdez, hija de colombianos, nacida en Londres.
Su madre, Ruby Bermúdez, una colombiana de Armenia que llegó a Londres hace 41 años, dijo que la visita es “una representación de Colombia positiva y no negativa, como lo ha sido durante muchos años”.
“Yo hoy no me cambio por nadie, estoy inmensamente orgulloso”, afirmó por su lado Mario López, otro colombiano de 45 años, director de Express News, el diario de la comunidad latinoamericana en Londres.
“Llevo 34 años aquí y cuando había otras visitas de Estado y veía las banderas, uno se anhelaba y me preguntaba cuándo le tocaría a Colombia. Pues bien, finalmente le ha tocado”, sentenció emocionado.
– Buscando inspiración en Churchill e Irlanda del Norte –
Por la noche, la reina presidirá un banquete en honor de su invitado en el palacio de Buckingham, donde Santos se hospedará esta noche y la del miércoles junto a su esposa y otros miembros de su séquito, ocupando en total nueve habitaciones de la residencia real.
Generalmente, la reina recibe a dos jefes de Estado al año, pero en esta ocasión, y coincidiendo con el 90º cumpleaños de Isabel II, Santos será el único, puesto que el rey Felipe VI de España tuvo que cancelar la suya para atender la situación política en su país.
La visita es un despliegue de lo más vistoso del protocolo real británico. Al banquete, por ejemplo, asistirán 171 invitados que usarán 4.000 cubiertos de plata, 1.000 copas y vasos, y que exige tres días de preparativos sólo para poner la mesa.
“Es un gran honor para Colombia. Nunca un presidente de Colombia ha sido invitado a una visita de Estado al Reino Unido”, dijo el mandatario poco antes de aterrizar en Londres.
Mientras en Colombia pugna por sacar adelante su plan de reconciliación con las FARC, Santos disfrutará de una tregua y un trato muy elevado en Europa, primero en Londres y luego en Oslo, el 10 de diciembre, donde recibirá el premio Nobel de la paz.
La etapa políticamente más llamativa de su visita británica (del 1 al 3 de noviembre) será el jueves, cuando se desplace a Belfast, la capital de la provincia británica de Irlanda del Norte (Úlster), escenario de tres décadas de conflicto sangriento entre católicos y protestantes, que acabó con los acuerdos de paz de 1998.
A lo largo de su visita, entre otras cosas, Santos pronunciará un discurso en el Parlamento, dará una conferencia en la London School of Economics, se reunirá con la primera ministra Theresa May, y recorrerá las dependencias subterráneas de Londres desde donde su admirado Winston Churchill dirigió al país durante la Segunda Guerra Mundial, bajo los bombardeos alemanes.
El presidente Santos vivió en su juventud en Londres. Una noche, cuando paseaba por la famosa zona de Piccadilly, la onda expansiva de una bomba colocada por el IRA (Ejército Republicano Irlandés) lo lanzó al suelo.
En una entrevista con la BBC en setiembre, calificó de “anécdota” aquel episodio, pero dijo que el proceso de paz norirlandés “fue una inspiración en muchos aspectos”. AFP