Dos mujeres en la cola para pagar en el mercado de hortalizas conversan sobre dónde conseguir el empaque de azúcar y arroz más económico. El producto está en los estantes, pero ahora el dilema es dónde conseguirlo más barato, pues en las últimas dos semanas los rubros brasileños, que inundaron el mercado local desde mediados de 2016, se han elevado en un brinco, publica Correo del Caroní
La bolsa de azúcar y arroz que rondaba los Bs. 1.700 hace menos de un mes, supera ahora los Bs. 2.000 en algunos establecimientos de Ciudad Guayana, una variación de 11%. Rubros como el aceite que se conseguían cerca de los Bs. 2.200, superan los Bs. 2.500; mientras que la harina de trigo se mantiene estable alrededor de los 2.200 bolívares.
El director de regiones del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), David Bermúdez, cuenta que hace un par de semanas la moneda brasileña llegó a cotizarse en 450 bolívares, 100 bolívares más que la semana anterior, lo que contribuyó a la depreciación de los rubros importados que estimó en 20% a nivel de mayoristas.
En simultáneo, el dólar paralelo se ha incrementado progresivamente en las últimas semanas y de una cotización de Bs. 1.189 al cierre del 18 de octubre, se elevó a Bs. 1.501 este lunes, un salto de 26%. En niveles corporativos, sin embargo, aseguran que la moneda extranjera se transa desde Bs. 1.700, lo que en un contexto de importación de alimentos eleva los precios.
La variación de las monedas extranjeras incide en el incremento de los rubros importados, pues buena parte de las compras de alimentos en el exterior se hacen con divisas propias, no obtenidas a través de los sistemas preferenciales operados por el Banco Central de Venezuela (BCV), según confirmó a finales de julio una fuente ligada a las negociaciones.
El alza se siente en los bolsillos de los consumidores. “Por una parte es un alivio, porque por lo menos se consiguen los alimentos”, destaca Gladys Hernández, quien reside en Trapichito, un sector popular de San Félix; “pero todo está muy caro”, añade, mientras carga a su nieto de un año para el que aún no le es posible conseguir fórmulas infantiles o leche, artículos que no han sido importados de Brasil.
“Al precio de los bachaqueros e, incluso, los productos brasileños se comen el dinero. Se consigue, pero un salario mínimo no alcanza”, apunta Hernández.
Daniel Pattety, un trabajador de la estatal siderúrgica Sidor, quien labora como mecánico y -asegura- gana un poco más de salario mínimo, coincide. “Hay bastantes cantidades, pero el poder adquisitivo es bajo (…) A veces mato tigritos como técnico de neveras, pero aun así el dinero no alcanza”, añade.
El Ejecutivo nacional aumentó hace una semana el salario mínimo en 20%, que pasó de Bs. 22.576 a Bs. 27.092; mientras que la base de cálculo del bono de alimentación la modificó de 8 unidades tributarias a 12 unidades tributarias, para un monto mensual de Bs. 63.720. El bono diario equivale a Bs. 2.124.
La remuneración mínima legal es insuficiente para cubrir la cesta de alimentos y servicios que, en septiembre, se ubicó en Bs. 542.412,79 de acuerdo con el último informe del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas – FVM).
Con la inestabilidad del mercado cambiario y la postergación de los correctivos, la amenaza de una mayor inflación sigue latente. “En la medida que los empresarios empiecen a percibir que el tipo de cambio está subiendo, eso va a tener repercusión en los precios”, advirtió recientemente el economista Asdrúbal Oliveros.