Hoy se celebra el Día de los Fieles Difuntos, una fecha especial para rezar por ellos y no permitir que sean olvidados, reseña La Nación.
Cada dos de noviembre, los tachirenses se preparan para rezar por sus fallecidos y durante todo el día se acercan al Cementerio a visitar las tumbas de sus seres queridos, con flores para adornarlas después de limpiarlas, y prender velones y rezar por ellos.
La fecha fue declarada por la Unesco patrimonio inmaterial, debido a que millones de personas en el mundo se dan cita anual en los camposantos para recordar el lugar del familiar en su vida.
El padre Edgar Sánchez, párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, profesor de la Universidad Católica e Individuo de número de la Academia de Historia del Estado, explicó que a lo largo de la historia, el día ha sido llamado “Día de los muertos”, “Día de los difuntos, “Día de las Ánimas”, que en latín significa “almas”, y «Día de todas las Ánimas del Purgatorio»; y la liturgia católica hace la “conmemoración de todos los fieles difuntos”.
— El hecho de que exista un día especial para conmemorar a todos los difuntos, tiene la respuesta en tres palabras clave: oración, para que toda la Iglesia rece con más fuerza por todos los difuntos, especialmente por aquellos olvidados; sensibilización, para sensibilizar a los vivos de que no nos olvidemos de nuestros seres queridos difuntos, y se invita a la familia a recordar y hacer oración; y catequesis, porque también debe ser un día de enseñanza y aprendizaje para todos, sobre el misterio de la muerte, como por ejemplo, la cremación.
Entre la sepultura y la cremación
Recientemente el Papa Francisco, por medio de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se pronunció sobre la práctica de la cremación en un documento donde orienta a los católicos sobre la sepultura de los muertos.
En ese sentido, el presbítero Sánchez dijo que hay que tener claro que “aunque la Iglesia valora y recomienda la tradición judeo-cristiana de enterrar al difunto; sin embargo, la cremación no está prohibida por la Iglesia católica y la permite. Lo que sí prohíbe es esparcir las cenizas del difunto por el aire, echarlas al agua, fundirlas o mezclarlas en piezas de cerámica o de joyería, colarlas a una planta, o conservarlas en las casas, porque tratar así las cenizas de un difunto no está en coherencia con la fe cristiana”.
— Las cenizas de los difuntos cremados deben ser llevadas a un campo santo, a un lugar especialmente destinado para la materia de los difuntos. Incluso hay cementerios destinados para cuerpos cremados. Allí es el lugar donde deben reposar. Cualquier otra práctica es contraria a la doctrina católica —, declaró.
Por otra parte, -explicó el sacerdote- la mejor forma de honrar a los difuntos es celebrar la misa como oración por los difuntos. “Es sin duda alguna, el mejor acto de amor y la mejor obra de misericordia que podemos hacer nosotros por los fieles difuntos. Ellos lo esperan y ellos lo agradecen”.
El padre Sánchez indicó que para nosotros los cristianos el misterio de la muerte y nuestra relación con los muertos encuentra su punto culmen de iluminación en la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo. En efecto, cuando recitamos el Credo, manifestamos nuestra fe en Cristo, que “fue crucificado, muerto y sepultado, que descendió a los infiernos y que resucitó al tercer día”. Todo esto es lo que llamamos el “misterio pascual de Cristo”, en el cual Cristo, con su muerte y resurrección, nos libra de lo que verdaderamente mata, que es el pecado, y con su resurrección nos da vida eterna.