Transición política y transición energética: los desafíos para la nueva Venezuela, por Henry Jiménez Guanipa

Transición política y transición energética: los desafíos para la nueva Venezuela, por Henry Jiménez Guanipa

thumbnailHenryJimenezGuanipaLas puertas del cambio político se han abierto de par en par. Es cuestión de días o semanas para que el autoritarismo sea parte del pasado y un nuevo modelo político nos motive a construir un país vigoroso, próspero y capaz de garantizar los más elementales derechos humanos negado a sus ciudadanos; como la vida digna, la salud, la alimentación, la justicia, la libertad, el bienestar, el desarrollo y un ambiente sano, entre otros.

La transición política de hoy debemos acoplarla a la transición energética en la que el mundo ha puesto su mirada y compromisos. El Acuerdo de París y los Objetivos del Desarrollo Sostenible aprobados por todas las Naciones del Mundo en 2015, son el norte que debe inspirar renovadoras políticas.

El modelo rentista que tanto criticamos nos exige una respuesta contundente. Necesitamos promover una economía sostenible baja en carbono, que si bien no abandone al petróleo de modo drástico, nos permita levantar un nuevo sistema energético y a la vez capear las transformaciones que experimentará el mercado petrolero y el modo tradicional de obtener divisas a través de su venta.





Por ello en esta etapa, una vez derrotada la dictadura, hay que esforzarse en rescatar la industria eléctrica, la del gas y el petróleo, las más castigadas por los depredadores en la última década y media.

La reconstrucción del país va a exigir, más electricidad, más gas natural y más petróleo. Aunque a  primera vista parece el mismo esquema, no lo es. Al país le urge redimir su industria petrolera para potenciarse internamente y recuperar cuotas de mercado perdido en los EEUU, Europa y América Latina. Necesita levantar la industria del gas natural, ponerla a producir, para que abastezca el sector transporte, residencial e industrial, tal como se había iniciado en 1995, pero demolida por la mano nociva que gobierna.

Necesita más electricidad, mucha electricidad sobre todo renovable, a través del cuidado, mantenimiento, protección y repotenciación de sus hidroeléctricas y grandes embalses, pero además apoyada por el gas natural.

Teniendo la vista puesta en un sistema eléctrico sostenible, Venezuela puede emprender su camino hacia la transición energética con mucho éxito, contribuyendo de manera significativa a levantar una sociedad sostenible para las presentes y futuras generaciones.

Estos planes se acoplan a los escenarios previstos por la Agencia Internacional de la Energía, que en su World Energy Outlook Especial Report de 2015, estima que la demanda mundial de petróleo alcanzará los 99 millones de barriles por día en 2030, alrededor de un 9% más que en la actualidad, de acuerdo a los compromisos asumidos por los Estados Parte en el Acuerdo de París contra el Cambio Climático, mediante las Contribuciones Previstas Nacionalmente Determinadas.

Sin embargo paralelamente y como es lo deseado, la eficiencia energética, el desplazamiento de energía fósil para generar más electricidad mediante fuentes renovables, la introducción del transporte eléctrico y el ahorro energético entre otras medidas, seguirán creciendo, sobre todo a partir de 2030, con lo cual la reducción del consumo de petróleo y carbón se agigantará, manteniéndose no obstante el gas natural, debido a sus bajas emisiones de CO2, en comparación con sus parientes.

Es importante señalar por ejemplo que en los EEUU en 2015, el 41% de la nueva capacidad de generación eléctrica que se agregó al sistema fue eólica, el gas natural representó el 30% y la solar 26%. En Alemania las energías solar, eólica, hidroeléctrica y la biomasa lograron producir el 8 de mayo de este año, aproximadamente 55 Gigawatios de los 63 Gigawatios que se estaban consumiendo en ese momento, gracias a las excelentes condiciones meteorológicas: mucho sol y mucho viento. Es decir, llegaron a cubrir el 87% de la energía generada, con una propuesta de ese país de conseguir para el 2050, una producción de energía 100% limpia.

El desafío es apasionante y los venezolanos que una vez lideramos el mundo de la energía como una potencia petrolera, tenemos la oportunidad de no quedar atrás ante las transformaciones que se están produciendo. Para lograrlo es menester pasar la página de los errores cometidos, levantar una democracia fuerte, y hacer grandes inversiones en educación para tener un mejor país.