El gran problema que tenemos por delante es como rescatar el orden constitucional; lo que implica lograr el referendo revocatorio para este 2016, la libertad de los presos políticos y el retorno de los exilados políticos, el respeto a la mayoría calificada de la AN, la reinstitucionalización del TSJ y el CNE. Esa tarea no es nada sencilla porque no enfrentamos a un gobierno democrático.
Desafíos de esta naturaleza nos exigen mayor unidad, integración, camaradería y comunicación. Es la suerte de todo un país la que está en juego, y nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho de confiscar la toma de decisiones. Cuando un importante líder creo la expectativa de que íbamos a Miraflores tengo la impresión de que se excedió. Eso llevó a que durante la marcha del pasado 26 de octubre muchos presionaran para ir a Miraflores y allí mismo, en la tarima, se fue pa’lante y reforzó la expectativa de marchar a Miraflores. Luego; hubo que recoger palabras.
El problema de la libertad es de todos. Pero resulta que dentro de ese problema encontramos otro problema: la tentación de creer que unos pocos pueden arrogarse el destino de todos. El espectáculo dado con aquella frase “me entere por televisión” fue patético; tanto por quienes de verdad se enteraron por televisión y más aún por quienes fingieron hacerlo. Se evidenció una innecesaria falta de comunicación; y peor aún, el doble discurso.
Luego, en el marco del inició de ese diálogo, varios partidos nos vimos obligados a formular algunas observaciones en público, cuando lo más sano era poderlas deliberar en privado y salir todos unidos. Como se hizo cuando el CNE nos puso el obstáculo de la recolección regional del 20% de validaciones para el revocatorio. En ese momento se abrió un marco de consultas a diversos sectores de la sociedad venezolana y se adquirió el compromiso de que se haría lo mismo en circunstancias cuya importancia lo ameritara. Lamentablemente eso no corrió en esta ocasión.
Ese problema dentro del problema, la falta de comunicación, ha agravado las cosas. Algo teníamos que decir quienes tuvimos una labor intensa en el dialogo del 2014 y pudimos chocar en directo con la manipulación, el engaño y cinismo del Gobierno. Alguna opinión podíamos dar. Como alguna opinión podían dar muchísimos sectores del país. Desafortunadamente, no se pudo.
Copei no tiene diputados, no por falta de peso político sino porque el Gobierno se empeñó en intervenirnos y atacarnos. Hoy somos un rehén más de la dictadura. A pesar de ello, tenemos muy claro que el centro de conducción política en esta hora debería estar en el parlamento; por eso hemos apoyado sin reserva alguna a nuestros parlamentarios. Pero el parlamento ni es suficiente ni se basta por sí solo, como es obvio. Por ello es tan necesaria la consulta y comunicación amplia e incluyente, especialmente en momentos tan críticos.
Yo recuerdo que antes de iniciarse el diálogo del 2014 se estableció una comunicación fluida con los factores que no estaban de acuerdo. Esa comunicación evitó discrepancias públicas perjudiciales; al punto de que mientras en la calle se protestaba, el diálogo televisado desde Miraflores fue todo un éxito político para la Unidad. Le dijimos las verdades en su cara a Maduro y el pueblo pudo comparar. Luego, aquella experiencia fracasó por los incumplimientos del Gobierno. “Para andar hacia el futuro debemos mirar el pasado” nos enseñó Unamuno.
Ese problema dentro del problema, la falta de comunicación incluyente debemos resolverlo y pronto. Por cierto, yo soy un defensor de Chuo Torrealba porque soy testigo de sus esfuerzos por sumar e incluir. En esta ocasión algo o alguien lo impidió. Ese alguien está actuando mal. Sea quien sea, espero que corrija antes de que sea tarde, y dejen a Chuo hacer su trabajo como le gusta: comunicándose.