La “milla de Praga”, un nostálgico paseo por la capital checa en un antiguo modelo de bicicleta alta, celebró hoy su XXIII edición, en un encuentro acompañado por vistosos trajes de época y especialidades culinarias, y que no estuvo exento de riesgos.
A este cita de los amantes de los velocípedos, con una rueda delantera de 142 centímetros de diámetro, atrajo al parque de Letná de Praga a varios cientos de personas.
“Suelen ser lesiones chistosas, como rasgarse el pantalón, aunque las hay más serias, como cuando chocas con un obstáculo o el bordillo de la acera, y caes hacia adelante”, explicó a Efe Jan Sup, representante del “Club Checo de los Velocipedistas 1880”, que organizó el encuentro.
Al subir a la bicicleta alta en movimiento uno de los participantes resbaló y se rasgó el pantalón, sufriendo además una herida leve en el muslo.
Fue al inicio, cuando nueve experimentados miembros del club se disponían a hacer un ejercicio coral, al son de la partitura “La urraca ladrona” de Gioachino Rossini.
“Es fácil, pero puse suelas nuevas a los zapatos y estos resbalan. No me di cuenta de ello al momento, y al querer saltar se me fue la pierna”, describió el accidentado.
“Caerse de esa manera tan tonta, creo que fue divertido para el público”, reconoció el corredor de 71 años, que cuando empezó a montar hace 16 años se rompió el codo y ahora lo tiene atornillado.
Además de la tradicional milla de Praga y el ejercicio coral, también disputaron la disciplina “caracol de Letná”, que consiste en demostrar quien puede montar más lento sin caerse.
Los asistentes pudieron además saborear productos culinarios tradicionales como dulces de chocolate, remolacha, bollos rellenos de mermelada, hojaldres, magdalenas o tortas de requesón. EFE