Casi resulta inconcebible que el proceso de degradación personal o colectivo pueda continuar su marcha descendente, pero siempre es posible para el ser humano hacerlo, por algo este es un tercer artículo con el mismo título.
Los animales no se degradan, responden a sus instintos entre los cuales el de conservación o supervivencia es predominante y respondiendo a él pueden matar a otros animales y también, no tan frecuentemente como el hombre, a los de la misma especie.
El ser humano no obstante poder realizar actos sublimes, puede a la vez, no diré convertirse en un animal feroz porque sería contradecir lo ya expuesto, sino hacer uso de esa parte no animal para herir, torturar, subyugar y no agrego matar, porque cuando se ha colocado en la ruta de la degradación, dar muerte a un semejante es privarse de la posibilidad de herirlo, torturarlo o subyugarlo, actos éstos que no realizan los animales. Se le acaba la perversa diversión.
Puede haber todavía un paso más allá en el proceso abyecto de descender de la humana condición – recuerden que no es a la del animal – sino a una distinta que por el momento luce como difícil de describir. Si la hay aunque parezca difícil concebirla.
Esta mañana del sábado 5 de noviembre de 2016 la descubrí cuando leí la situación en la cual se encuentra uno de los tantísimos prisioneros del régimen sin haber cometido delito, sin fórmula de juicio, sin posibilidad de que se instaure el proceso y desde luego con la certeza de que si se llega a instaurar concluiría con una sentencia más de condena.
Ese preso es Braulio Jattar cuyo único delito fue dar a conocer ‘el cacerolazo’ al usurpador en Margarita en la antevíspera de la conferencia de países no alineados.
La ira de la hiena lo hizo prisionero en Margarita, luego lo trasladó a San Juan de los Morros y hoy está en Cumaná. ¿Por qué tomo el caso de Braulio Jattar como descriptivo del proceso degenerativo del usurpador y del equipo que lo acompaña?
Desde luego por ser uno de los más recientes, pero sobre todo porque aunque muchos otros casos anteriores permiten poner en evidencia la degradación que denuncio, la saña se dirigía contra el autor del hecho: la juez Afiuni porque sentenció, Leopoldo López porque protestó. ¿Pero Jattar está preso por dar a conocer ‘el cacerolazo’? No. Está preso porque su cuñado Ricardo Haussman ha puesto en evidencia la destrucción de la economía venezolana por la revolución y no por la guerra económica. Quiere herir, torturar y subyugar a Haussman y a su esposa Ana Julia y no puede; se sacia con Braulio.
Caracas, 7 de noviembre de 2016
La degradación (3), por Oswaldo Páez Pumar
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