Se hizo el llamado para esta supuesta conversa medicinal y cuya receta extravagante servirá para librarnos del catarro político del socialismo. ¡Otra mesa de discusiones!, después de tantas entabladas con la misma conjunción silenciosa de olvidarlo todo con el tiempo y retornar a los mismo abusos, a la misma incomprensión de los pesares diversos y a ese sistema vil, ladino e insolente, que sólo ansía darle credibilidad a sus malabares para asirse al poder.
Cuando la agenda de protesta iba tomando forma y le daba de buen grado confianza al escepticismo, llegó el diálogo formalizado por sus propios actores. Se abandonaron los pertrechos del combate de calle y se colocaron las premisas en puntos suspensivos. Ante este asombroso viraje de lo planificado, la decepción acampó en el alma de los venezolanos dispuestos a jugárselo todo por la libertad definitiva. Las consideraciones se dirigieron a asegurar que esta interrupción era el aire fresco necesitado por el gobierno, para respirar y agarrar fuerzas ante la golpiza emocional que iba a recibir en el ring de los desenlaces.
Las silenciosas paredes de la privacidad política pueden darle aliento a la escaramuza, siendo ese el temor general. Quedar paralizado cuando se estaba presto a defender los derechos con el aplomo de los valientes, llevó a definir esta nueva tertulia como el apagar de la llama encendida de la calle y someterla a la gélida rigurosidad de la nevera de las negociaciones.
Se pausaron las marchas de pesadilla y las deliberaciones complicadas en el parlamento, que perturbaban la paz de un gobierno estéril, fraudulento y sin respuestas. De lado dejaron las perspectivas sembradas por los resultados correctos, los planes abrigados de fe y las precauciones por resolver lo indignante. Esta novela trágica de 17 tomos, aturde y enloquece con sus páginas amarillentas de espera, con un uso excesivo del vocablo disperso y las resoluciones turbias.
Los personajes se confunden en quiénes son los verdaderos protagonistas. El libreto para dialogar tiene un idioma indescifrable, pues los discursos parecieran seguir apuntando en la misma errática dirección de la demora. Se toca con la yema de los dedos el consenso etéreo y la reprobación manifiesta de una gran parte del conglomerado nacional, pues muchos estiman que el acuerdo para bien del país sólo está en la mente de los soñadores indiscretos. Otros, más excesivos, consideran este acercamiento como la repartición del botín de nuestros destinos como ciudadanos libres.
La misma semana se vio al Presidente como el enardecido de siempre, asegurando que ni con votos ni balas entrarán sus opositores a Miraflores y desestimó las expectativas del diálogo, certificando que la revolución es irreversible. Las acostumbradas intervenciones de desaliento. Su fábula de socialismo imperturbable, siendo la alocución más grotesca que imprevisible.
La diferencia en esta nueva plática sólo estriba en este caso en la intermediación. El réferi clerical y enviado por el propio Papa para esta peliaguda encomienda, tiene amplio trecho en este tipo de funciones, experto en lidiar con los soporíferos políticos y con la precaución de quien sabe cuidar bien su retaguardia. El diálogo no será monoaural sino con un estéreo casi bajado del cielo, pues debajo de la sotana no está el diablo como señaló el fenecido mandatario rojo, sino la lucha por la justa salida a este socialismo salvaje y deshumanizado.
Los acostumbrados clarividentes embadurnaron las redes sociales con predicciones insalvables. Numerosos soldados de la palabra se entregaron al pesimismo y a despotricar sin mesura de esta nueva conversa entre dos rivales irreconciliables o dos amigos entrañables.
Tal vez apelar de nuevo al diálogo fue una medida excepcional o quizá ingenua. Probablemente se le da oxígeno al moribundo o podría ser el inicio de la famosa transición concertada, alentada por varios analistas. Pero el destino se juega en condiciones distintas. Este enviado para mediar no es un arriero de mulas ni un cándido ante el brabucón. Estoy convencido que la suerte de nuestro amado país está echada hacia el lado correcto, para detener al impertinente y restaurar la paz anhelada. Sólo debemos tener un poco más de paciencia, después de tantos años de desperdicio en esta amarga dictadura.
MgS. José Luis Zambrano Padauy
Director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”
@Joseluis5571