“La calle”, un término que se hace cada vez más cotidiano en nuestras conversaciones, es satanizado por unos, mientras que para otros resume la única alternativa que tenemos los factores democráticos del país
En la Venezuela de hoy “la calle” no tiene el significado de ser una vía pública habitualmente asfaltada o empedrada entre edificios o solares, que da la Real Academia Española, sino que enuncia una forma de lucha que ha sido usada por ciudadanos para lograr libertades y conquistar derechos, en todas partes del mundo, desde que los pueblos entendieron que la mayoría unida es más fuerte y poderosa que cualquier gobierno
Es por eso y porque los conceptos de ciudadanía, democracia y libertad son tan contrarios al régimen, que tener los electores en la calle lo asocian a subversión, golpismo o terrorismo, a menos, claro, que se trate de las marchas –cada vez más escuálidas-que convocan los revolucionarios, esos mismos que antes defendían la protesta popular como uno de los principales derechos del ser humano
“La calle” es el espacio público por excelencia, una zona que nos pertenece a todos y es el territorio donde los ciudadanos, en paz, de forma creativa y valiente podemos defender la libertad y la democracia, porque la calle no es un fin en sí mismo sin una herramienta más que tenemos a la mano quienes creemos que se hace urgente un cambio de gobierno en el país
Irnos a “la calle”, no es necesariamente ir a Miraflores, irnos a la calle supone acompañar a los estudiantes en sus luchas, a los trabajadores en sus solicitudes por justas reivindicaciones, a los transportistas en sus demandas, a los ciudadanos que protestan por tener que hacer cola para adquirir alimentos, apoyar a los enfermos que claman por medicinas, a vecinos que reclaman a las autoridades sus incumplimientos. En fin, “la calle” es cualquier manifestación ciudadana pacifica, en la cual se exijan el cumplimiento de los derechos ciudadanos
“La calle” y el dialogo no son excluyentes, por el contrario es necesario que sean concurrentes para que el régimen ratifique lo que desde hace tiempo sabe: somos mayoría los que exigimos un cambio de gobierno, que ya no tiene apoyo popular.
Esas luchas constantes, sostenidas, activas desde los diferentes sectores y latitudes del país, serán la más poderosa y eficaz prueba de que estamos decididos a recuperar este país y que si es necesario unidos, desde la calle, masiva, resuelta y valientemente, abriremos los caminos necesarios para recomponer el hilo constitucional de Venezuela y derribaremos cualquier obstáculo que nos impida decidir nuestro destino de justicia, paz y desarrollo.
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