Se siente en cada rincón del país, lo reconoce la comunidad internacional e incluso lo ha dicho el enviado especial del Vaticano en la mesa de diálogos con el gobierno, Monseñor Claudio María Celli: VENEZUELA ESTÁ MUY MAL.
Sobrevivimos a una hambruna y a una crisis humanitaria en materia de salud sin precedentes en nuestra historia. El pueblo ya no come carne, a los niños les dan agua de arroz en sustitución de la leche, y muchos hermanos deben hurgar en bolsas de basura para poder llevar algo de comida al estómago; como si fuéramos supervivientes de un devastador terremoto o de un conflicto armado.
Ni hablar de los venezolanos que han perdido la vida por falta de medicamentos; pacientes que han visto deteriorada su salud porque no consiguen el tratamiento requerido para mejorar su condición, ante la mirada ciega y hasta egoísta del ejecutivo.
¡La realidad es que ya no podemos esperar más!
Las deplorables condiciones económicas y sociales que afrontamos como nación requieren una dosis inmediata de voluntad política para superarlas, de lo contrario seguiremos viendo morir a nuestro pueblo, sin remordimiento aparente de este gobierno.
Muchos castigan los esfuerzos de la unidad por encontrar una solución oportuna a la debacle que sufrimos, pero ¿cómo darle la espalda a la oportunidad de exigir, con el Vaticano de testigo, respeto a nuestra Carta Magna, y a nuestros derechos?
“Hablando se entiende la gente”, y es precisamente lo que esperamos de este diálogo; que el ejecutivo termine de entender el clamor de los venezolanos; que permita la entrada de ayuda humanitaria para aliviar la escasez de medicinas, que liberen a los 111 presos políticos, y que nos devuelvan el derecho al voto. Queremos elegir a un nuevo Presidente; un Jefe de Estado que trabaje para garantizar progreso, bienestar, vida, salud, seguridad, educación y algo tan vital como es la alimentación.
Las exigencias de la UNIDAD en la mesa de conversaciones son claras e innegociables, y deben tener respuesta cuanto antes. No por capricho, sino por necesidad. Estamos muriendo en cámara lenta; Venezuela no aguanta más.
¡Que nadie se confunda! Los derechos no se negocian. El diálogo tiene tiempo límite y condiciones claras. Nosotros luchamos por un cambio en el país y eso pasa por elecciones generales. Exigimos respeto a la Asamblea Nacional y resolver la situación de los diputados de Amazonas.
El país merece entendimiento, merece amor. Somos más de 30 millones de ciudadanos que queremos volver a sentarnos a la mesa y comer en familia, sin pelear por política, sin llorar a un hermano asesinado o a un sobrino exiliado. Compartir con los vecinos, sin miedo a ser asaltados; ir a la farmacia y poder comprar una aspirina sin limitación.
Queremos volver a ser la Venezuela amable y próspera; el país de las mujeres bellas y de los médicos sobresalientes. Queremos elecciones ya.
Nada, ni nadie podrán detener nuestra voluntad de cambio, y mientras logramos hacer respetar la Constitución seguiremos en las calles de manera pacífica defendiendo nuestros derechos.
¡Por Venezuela vale la pena seguir luchando!