Cuando por petición del Vaticano accedimos a sentarnos en una mesa de diálogo con el gobierno nacional, sabíamos que era un arma de doble filo, no por la Santa Sede y su propósito como mediador de paz, sino por la actitud bipolar asumida por Nicolás Maduro y su gobierno en torno al tema, ya que ante el mundo, ante los organismos internacionales, y ante Su Santidad el Papa Francisco se ha querido presentar como un ser pacífico, racional, respetuoso de la disidencia y racional; pero lo que dispara internamente contra la disidencia venezolana él y sus voceros, son misiles de odio, de amenazas, de confrontación y de incitación al odio y a la violencia.
Nadie ha dicho que sea fácil, ni que ese diálogo sea la poción mágica para resolver la grave crisis que se vive en Venezuela y los altos niveles de confrontación política y social, porque todos los venezolanos sabemos que la única salida a esta tragedia nacional, es la sustitución de este modelo de gobierno antagónico, autoritario, fascista y corrupto, representado por Nicolás Maduro. Es decir, su salida de la presidencia de la República, por la vía constitucional y pacífica.
No obstante, pero por la paz del país, vimos viable y aceptamos estas reuniones de posibles acuerdos, sólo porque la Santa Sede se ofreció como mediadora en esta situación tan tensa para el país, y como buenos demócratas que somos, accedimos al diálogo, pero asimismo, exigimos respeto por parte de Nicolás Maduro, y resultados concretos y viables en cuanto a los petitorios hechos en un documento por la Mesa de la Unidad Democrática.
Ahora bien, lo hemos dicho una y mil veces, que aceptar este diálogo no es claudicar en lo absoluto a los principios de lucha que hoy nos convoca, como son el respeto a la Constitución Nacional, el rescate de la democracia, la autonomía de los poderes, el Estado Derecho, los derechos políticos y fundamentales de los venezolanos, y el respeto a los derechos humanos, entre otros.
Pero existen factores radicales tanto del gobierno como de la oposición que han utilizado el tema del diálogo como un arma de doble filo para colocar en debilidad y oportunismo a la unidad democrática, tratan de descalificar un accionar de muchos en función del país, con comentarios y posiciones que lejos de aportar, lo que hacen es enredar el panorama, y enardecer el país a través de vías violentas, que pueden llevar a la confrontación y a desenlaces fatales.
Nos hemos fijado un primer plazo para evaluar el avance del diálogo y para ver la disposición del gobierno de enmendar y rectificar en cuanto a su política de hostigamiento, de persecución y de hambre, pero el pueblo venezolano puede estar tranquilo y tener confianza plena, porque no vamos a caer en la farsa de Nicolás Maduro y de sus voceros. Queremos resultados concretos para salir de la crisis y de la confrontación.
De no haber ningún indicio de cambio por parte del gobierno de Nicolás Maduro, seguiremos en las calles de Venezuela junto a nuestro pueblo, exigiendo Referéndum Revocatorio, exigiendo una salida política a esta crisis de gobernabilidad y luchando por rescatar nuestra democracia, hoy en riesgo por una seudo dictadura que se quiere enquistar en el poder, pero la fuerza y determinación de las mayorías, reestablecerá el hilo constitucional.
Andrés Eloy Camejo
Diputado a la Asamblea Nacional
Acción Democrática
@AndresECE