Hemos visto en el gran país del norte, llamados por algunos “El Imperio”, frase por demás peyorativa y demagógica que intenta despertar el odio latinoamericano a quienes supuestamente nos han explotado, cómo ese pueblo retiró su respaldo, contra todas las encuestas y pronósticos, al Partido Demócrata y lo trasladó a un individuo sumamente controversial y excéntrico cuyo mensaje motivó a la mayoría de sus nacionales que le concedió la victoria; esa decisión fue acatada sin vacilación alguna por los adversarios derrotados, sin demora ni manipulaciones. Tales actitudes, demuestran la madurez política de esa nación, digna de admiración. Ojalá y el nuevo presidente, quien asumirá sus funciones en medio de grandes reservas, abandonando la retórica candidatural y actuando como estadista, sepa cumplir su compromiso histórico con su país y el mundo.
Resulta evidente la necesidad que tenemos de formar en nuestros países latinoamericanos verdaderos ciudadanos: sujeto consciente de sus deberes y derechos, activo y vigilante permanente, como lo demanda el mundo de hoy, de los asuntos políticos, económicos, sociales, ambientales, etc. Es decir, un individuo formado y culto, ganado a participar activamente en todos los asuntos del País y a defender, con alto sentido de pertenencia, su patrimonio familiar y nacional. Sólo con educación integral y de calidad es posible lograrlo y cuyo esfuerzo debe corresponderse con una acción del Estado que atienda la formación del ciudadano desde las primeras etapas de su vida, hasta alcanzar el nivel universitario, si decidiera cursar estudios superiores.
Todos los pueblos, en su devenir histórico, atraviesan dificultades. A los venezolanos de hoy nos ha correspondido transitar la adversidad, de la cual necesitamos salir sin más demora. Recuperar el Estado de Derecho y la libertad para decidir nuestro destino se constituye en nuestro gran reto en este momento. Aprender de esta experiencia será de utilidad, si somos capaces de asimilar que las decisiones políticas no se improvisan ni pueden ser consecuencia de actos motivados exclusivamente por la emoción. Sólo, con educación para discernir y activa participación en la construcción de nuestro destino, podremos decidir correctamente para avanzar hacia un país mejor.