Existe una mayoritaria e inocultable inconformidad con los resultados de las sesiones celebradas por la llamada mesa de diálogo que, harto evidente, imposibilitan la realización del referéndum revocatorio. Ya sabemos de los predicadores del entendimiento, la paz y la reconciliación que aseguran las bondades de un acuerdo parcial que no guarda proporción alguna con la gravedad, profundidad e inmediatez de la crisis que padecemos, ejercitando una retórica huera, ocasional y vanidosa.
Además, la misma naturaleza y conformación de la mesa, alejada de lo que universalmente comprendemos como la institución del diálogo entre fuerzas existencialmente confrontadas, la relega a una conversación y pacto entre los sectores de la oposición y del gobierno que la acordaron y concurrieron, aunque las partes no sean completamente representativas, como es lo obviamente deseable. Suele pasar inadvertido, por ejemplo, que la cada vez más circunstancial hermandad del presupuesto público, no logra escoder y, menos, garantizar la compactación de las distintas fuerzas y corrientes del oficialismo, en contraste con las visibles y legítimas diferencias de sus adversarios.
La temeridad del régimen parece ilimitada y, al desconocer la responsable, masiva y entusiasta suscripción de la solicitud del revocatorio, maniobró delictivamente para denunciarla como un fraude, como si no fuese la regla cumplida por los gobiernos que desesperan, invirtiendo recursos colosales en una campaña publicitaria orientada a sus propios y ya escasos partidarios. O, consabido, intensificar la persecución y represión, manipulando a los presos políticos para el indecible chantaje de la violencia que es, en el fondo, la angustia que convoca al representante del Estado Vaticano.
Entre las varias bombas de tiempo que Maduro Moros no desactiva, aspirando asombrosamente a corresponsabilizar a la oposición de los males que él y no otro, ha generado, está ausente del acuerdo parcial – a guisa de ilustración – el inconstitucional y difícilmente financiable presupuesto 2017, excepto que haga uso de los fondos nunca declarados en clara violación del principio de la unidad del tesoro, arrase con las reservas internacionales y subaste todos los activos de la República. A esta conclusión arribamos, después de hacer un necesarísimo taller en la materia, esta semana, con la profesora Christi Rangel (ULA), gracias a la generosidad de la ONG Transparencia, en el que nos impusimos sobre las facetas técnicas más importantes que resultan – a veces – difíciles de divulgar.
U, otro ejemplo, al lado de la crisis humanitaria que nos aqueja, y – reconociéndola – de la reciente declaración de un ministro que asegura el descenso de la inflación, cuidando de no revelar cifras que lo afiancen, está pendiente el asunto de la reclamación esequibana y de la ofensiva del gobierno guyanés que obtiene ventajas dada la situación que acá atravesamos. Sentimos que el tema fue despachado con una preocupante simplicidad y, lejos de garantizar la Política de Estado que merece, aceptamos las autosuficientes declaraciones de la canciller venezolana, sin interlocución interna alguna. Por cierto, en desacuerdo con el manejo oficial de tan importante problema que, de no atajar adecuadamente, puede acarrear consecuencias impredecibles, hemos sido prudentes, como el resto de las organizaciones especializadas de la sociedad civil con las que también esta misma semana, realizamos una jornada de actualización, tributándole el justo reconocimiento al Cnel. Efraín Sánchez Romero, el oficial responsable y precursor de la recuperación soberana de Isla de Anacoco, medio siglo atrás.
@LuisBarraganJ