Entender las ciudades y las tendencias mundiales y regionales alrededor de ellas es de vital importancia para poder desarrollar políticas públicas sustentables en el tiempo y con repercusiones positivas para los ciudadanos.
Es una realidad que las ciudades se han vuelto ejes de aglomeración de personas, en detrimento de otro tipo de concentraciones humanas, como los campos o pequeños pueblos. Esto es un fenómeno de la globalización y se da básicamente porque son las ciudades, sobre todo las grandes y medianas, ecosistemas que le brindan a los mercados y a las personas infinidad de opciones y oportunidades, generando economías de aglomeración. En una ciudad tienes variedad de espacios públicos, bancos, colegios, centros de salud, servicios y comercios.
De acuerdo a las proyecciones mundiales, esta aglomeración de personas en las ciudades seguirá en fuerte crecimiento, por ello existe un reto en pensar políticas públicas urbanas que no solo den soluciones a los problemas de hoy sino que generen condiciones de sostenibilidad para las generaciones futuras.
Este crecimiento ha traído grandes cambios en nuestra ciudad y ha obligado a los gobiernos, a las empresas y a otros actores críticos a dar respuesta a nuevas y variadas demandas ciudadanas. Esto ha traido indudablemente un crecimiento en la economía de la capital, por el aumento del consumo y ha dinamizado nuestra economía. Sin embargo, Caracas presenta un potente reto a resolver: entendiendo los apegos de las personas, las costumbres y modos de vivir, nuestra ciudad tiene que enfrentar el reto de la dignificación de sus barrios, en su mayoría en situación de pobreza, los cuales han sido realizados de manera irregular bajo métodos de autoconstrucción. Este tipo de vivienda, con carentes servicios públicos y baja accesibilidad, representa la mitad de la población (Cariola & Lacabana, 2001). Caracas no tuvo la capacidad de responder de manera efectiva a la demanda de vivienda generada por un veloz crecimiento demográfico.
Esta situación ha marcado contundentemente el diseño urbano, coexistiendo una pronunciada dualidad entre la ciudad ordenada y planificada, con suficientes vías de acceso, economía formal y grandes infraestructuras y una ciudad anárquica, con menor calidad de vida y muchas veces inexplorada inclusive para los hacedores de las políticas públicas.
Para caracterizar el comportamiento del caraqueño vale la pena entender el contexto en el que convive y el cual lo condiciona. A pesar de la poca fiabilidad de los datos, Caracas “se pelea” el primer lugar mundial en índice de homicidios. Esta situación es una afrenta para la generación de capital social, el emprendimiento y el uso de los espacios públicos. Es indispensable, antes que nada, brindar seguridad y paz a los caraqueños y visitantes.
El vivir una fuerte crisis humanitaria y un largo y destructivo proceso político que ha procurado enfrentar la globalización, al capitalismo y al mercado, potenciando a su vez el rol del Estado para el “desarrollo del país” tiene consecuencias claras y ha restado las oportunidades que tienen el resto de los agentes críticos de la ciudad para aprovechar la globalización, la tecnología y los intercambios culturales. En consecuencia, Caracas, como Venezuela en general, se ha visto alejada de los temas que se discuten en gran parte del mundo, lo cual nos lleva a postergar discusiones esenciales que tienen que ver desde con la manera de gobernar, hablando de gobernanza y nuevas técnicas de gestión pública, por ejemplo, así como con ejes para el desarrollo de políticas públicas como la cuestión de género o la sostenibilidad.
La exposición de Caracas al mundo, como potencial puerta de entrada de América Latina y sede regional más importante para congresos y eventos, ha sido limitada. Es por ello que es difícil tener una mirada optimista acerca de los efectos de la globalización para Caracas, sobre todo cuando el acercamiento se hace desde el mercado. En la Venezuela de hoy hay una cuarta parte de las empresas existentes en 1998 y un poco más de la mitad de las industrias. Es evidente que, con un conjunto de regulaciones (como el control de cambio) y un Estado de Derecho débil, se la ha cerrado la puerta a la innovación, al talento e inclusive al turismo.
Para avanzar en la construcción de ciudades promotoras de bienestar y calidad de vida es indispensable aprovechar las oportunidades del contexto, como es la tecnología, generar concurrencia de actores en la solución de problemas públicos, tener voluntad política para el desarrollo sustentable y ejecutar proyectos estratégicos significativos para los ciudadanos, como hitos de un plan estratégico para la ciudad. En Caracas sabemos que lo vamos a lograr, aunque parezca distante, la Mejor Caracas la vamos a alcanzar.
Cristofer Correia