La contribución de los alemanes a la conquista y colonización de América se limita a un episodio anecdótico y casi desconocido. Carlos V cedió este territorio durante 18 años a una familia de banqueros germanos con el fin de pagar una deuda odiosa, la que le había hecho Emperador del Sacro Imperio Germánico. Un trozo del Nuevo Mundo a cambio de poder en Europa. Los banqueros más aventureros, los Welser, asumieron el reto. Así lo reseña abc.es
Una deuda gigante a cambio de una Corona
Amigo y deudor también de banqueros, el Emperador Maximiliano dejó inacabados sus planes por su inesperada muerte, supuestamente debida a una indigestión de melones, y no pudo asegurar la Corona imperial para su nieto Carlos de Gantes, ya entonces Rey de España. La Casa de los Austrias llevaba casi un siglo al frente del Imperio, pero Maximiliano, en su rebosante mediocridad, no consiguió nunca el propósito de ser coronado por el Papa, lo que impidió que pudiera designar formalmente a su nieto como Rey de los Romanos. Sin este requisito, su nieto se veía obligado a obtener su elección entre una votación de los siete Príncipes electores y a enfrentarse a otros candidatos con sangre igual de azul.
Carlos contaba a favor de su causa con el apoyo de su abuelo y de su entorno, pero ni siquiera había pisado Alemania y entendía tan poco de alemán como Francisco I de Francia, otra opción a tener en cuenta. El resto de candidatos eran Enrique VIII de Inglaterra, el Rey de Polonia y el Duque de Sajonia, aunque el paso de los días evidenció que la elección iba a ser cosa de dos, siendo Francisco el favorito. «Sire, los dos cortejamos a la misma dama», anunció el francés al saber que ambos aspirarían al trono de Carlomagno. La remontada del Rey de España aconteció por una razón muy básica: tanto la familia de banqueros de los Fugger como la de los Welser se negaron a conceder créditos a Francia, tal vez por un leve atisbo nacionalista (evitar que un monarca francés amenazara las leyes y privilegios germanos) o tal vez porque la oferta carolingia sonaba más jugosa.
El nieto de Maximiliano subió la apuesta hasta los 851.918 florines, mientras Francisco I se retiró con la mitad de fichas. El 28 de junio de 1519, los electores eligieron por unanimidad a Carlos de Gantes, a partir de entonces y para siempre: Carlos V, káiser, Emperador del Imperio Romano Germánico, heredero de la tradición romana y las hazañas de Carlomagno. Ahora faltaba pagar la factura.
La familia de banqueros aventureros
Los Welser y los Fugger dominaron la economía mundial durante buena parte del siglo XVI, siendo sucedidos por los banqueros genoveses ya en tiempos de Felipe II y Felipe III. No eran banqueros en el sentido clásico de la palabra, sino «merchant bankers» (banqueros comerciantes), por lo que estaban encantados de aceptar pagos en forma de minas, recursos naturales, territorios e incluso botines de guerra.
Una vez Carlos fue coronado, reclamaron su parte del pastel, el pago de su deuda… Si bien los Fugger (hispanizados como «Fúcares») se dieron por contentos con las millonarias rentas de las órdenes militares españolas; los Welser («Belzares) seguían a finales de 1528 sin haber percibido todo el dinero. A modo de ultimátum: si la Corona quería nuevos créditos, debían ofrecerles alguna clase de pacto o de aventura comercial. La respuesta del Emperador fue un acuerdo por el que cedió una parte del Nuevo Mundo para que la explotasen a su gusto, liberados de cualquier clase de impuesto a la Corona española.
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