Y es que lo que se vio en esa larga noche por televisión, fue lo de siempre. Unos voceros del gobierno repitiendo, con el cinismo y prepotencia habituales, que todos los males del país se debían al pasado adeco-copeyano; quedando en el olvido los quince años de gobierno que ya tenía el chavismo, para ese momento, gobernando y de los cuales no parecía haber conciencia alguna. Quince años equivalentes, en tiempo, a tres gobiernos de los anteriores, pero que si se miden en obras y en políticas sociales que hayan beneficiado a la gente y dejado huella para la posteridad, no aguantan comparación cuantitativa ni cualitativa alguna; tal como lo dejé contrastado en mi artículo de hace unas semanas atrás “El Testamento de Chávez”.
Aquel primer diálogo, se desvaneció como si fuera humo en medio de la noche, porque la oposición habló claro y sin titubeos. Pero en este otro diálogo, el de ahora, pareciera, o eso, como mínimo, es lo que percibe la gente en la calle, que los dirigentes de la oposición que están asistiendo, se hubiesen quedado dormidos en algún momento, por decir lo menos, y que por dicha razón no se dieron cuenta de que no eran unas simples “personas detenidas”, sino verdaderos “presos políticos”, quienes debían ser liberados. Que por la misma circunstancia, hicieron mutis sobre el referendo revocatorio o la elección pendiente, de los nuevos gobernadores de los estados, ambos consagrados como derechos en la Constitución, no fuera de ella. Y es que si no estaban dormidos, en qué estado de cavilación se encontraban cuando pasaron por alto el descarado y tramposo mensaje enviado por Nicolás Maduro, leído por el representante del gobierno en la plenaria del diálogo, de conformidad con el cual no se puede seguir permitiendo la violación de la constitución, ni el lenguaje ofensivo, por parte de la oposición.
Ahora bien, suponiendo que todo obedezca a una estrategia, entendiendo que hay terceros intermediarios actuando, como interpretar que mientras tanto, quedemos esperando hasta la próxima sesión de dialogo el día seis de diciembre, y que en el tiempo transcurrido hasta ahora, no se perciba cambio alguno sustancial en la situación de crisis que vive el país; al menos en el lenguaje y actuación del gobierno, que sigue vociferando odio, discriminación y mentiras, a la par que continua utilizando al Poder Judicial para intentar detener, mediante sentencias absurdas, pero sobre todo escandalosas, lo indetenible, como lo es prohibirle al Parlamento la investigación del expresidente de PDVSA, tomando como argumento el bien del país, o el seguimiento de un juicio de responsabilidad política a Nicolás Maduro; procedimientos ambos, contemplados en los artículos 222 y 223 de la Constitución.
Pero, como explicar, si en verdad se trata de estrategias políticas, que en este ínterin, un portavoz de la Mesa de la Unidad en el diálogo, anuncie ahora que se van a recoger firmas para el Revocatorio a finales de noviembre, o que el señor Capriles, quien no participa en el dialogo, aunque si lo hace Primero Justicia, la organización política a la cual pertenece, llame a recuperar la presión de la calle si no se logran resultados concretos.
Lamentablemente, la sensación que hay entre el ciudadano de a pie, es de frustración y de abandono por parte de la dirigencia política del país. El precio que la oposición pagará será alto y dejará algunas víctimas. La dirigencia política, se encuentra de hecho dividida entre quienes siguen en el diálogo y quienes no lo aceptaron desde un principio. El camino se ha despejado ahora, para líderes más radicales coma María Corina Machado y el propio Leopoldo López, quien desde la cárcel le hace más daño al gobierno, que si estuviera protestando libremente en la calle.
Pero, si por alguna circunstancia desconocida, el “Revocatorio” si estuviese en la agenda escondida del diálogo, vamos a recordar que la fecha tope del cuarto año, dentro del cual debe constitucionalmente realizarse, es la del 19 de abril del 2017 y no la del próximo 10 de enero 2017.
La razón ya la he explicado en otras oportunidades y es muy sencilla; Chávez, quien tenía que comenzar su nuevo periodo presidencial el 10/1/2013, falleció, como es sabido, sin llegar a tomar posesión del cargo. Por lo tanto, es una falacia contar el inicio del nuevo periodo presidencial desde aquella fecha. La verdad, la única verdad, es que cuando Nicolás Maduro se juramentó como Presidente electo el día 19 de abril del 2013, arrancó el nuevo periodo presidencial. Todo lo demás es mentira y debería saberlo la representación de la oposición sentada en la mesa de diálogo. Tiempo para hacer el revocatorio y convocar a elecciones aún queda. Tan solo cabe preguntarse, si hay la voluntad de intentarlo.
@xlmlf