El diálogo que busca resolver la grave crisis de Venezuela hace aguas: la oposición amenaza con levantarse de la mesa si el gobierno insiste en rechazar la propuesta de una salida electoral el 6 de diciembre, cuando volverán a verse las caras.
María Isabel Sánchez / AFP
Los insultos y acusaciones mutuas de incumplimiento de acuerdos arreciaron esta semana, cuando se registró incluso un incidente, aún no reconocido por el gobierno, que según la oposición casi hacer naufragar el proceso iniciado el 30 de octubre a instancias del Vaticano.
“De manera unilateral el gobierno no sólo había congelado el diálogo a nivel de las mesas de trabajo, a las que no asistieron el martes, sino que puso en ‘veremos’ la reunión de diciembre”, afirmó este jueves el portavoz de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Jesús Torrealba.
Opositores como el excandidato presidencial Henrique Capriles sostienen que la causa del “congelamiento” fue la discusión -el pasado martes en el Parlamento de mayoría opositora- del caso de dos sobrinos de la primera dama Cilia Flores, culpados de narcotráfico en Estados Unidos.
Pero poco después de una seguidilla de declaraciones de la MUD en ese sentido, Maduro apareció con el exgobernante español José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los facilitadores del proceso, para negar que se hubiera retirado. “La mesa de diálogo sigue avanzando”, subrayó.
El analista Luis Vicente León comentó a AFP que los tropezones son parte de un “juego desbalanceado y lleno de manipulación”, en el que el gobierno logró bajar la presión internacional y popular en su contra, frente a una oposición fracturada y que “probablemente no pueda conseguir lo que realmente complace a las mayorías”.
Según una encuesta de octubre de Datanálisis, firma que preside León, 78,5% de los venezolanos rechaza la gestión de Maduro ante la profunda crisis económica, reflejada en una fuerte escasez de alimentos y medicinas y una inflación que el FMI calcula en 475% para 2016.
– “Nada de qué hablar” –
Y la tensión podría escalar más. Uno de los 15 partidos de la MUD que rechaza el diálogo -de la treintena que la integran- inició un proceso para pedir que se investigue a Maduro por supuesta complicidad con los sobrinos de su esposa.
Sectores opositores afirman que fue Rodríguez Zapatero quien les informó del malestar por el debate parlamentario sobre el caso, pero nadie del gobierno se ha referido a esa versión.
El hecho es que ambas partes se acusan de incumplir pactos de la segunda ronda de pláticas del 12 de noviembre: una convivencia pacífica, medidas para paliar la crisis de alimentos y superar las diferencias en torno a los poderes públicos.
Pero los acuerdos son ambiguos y generales, dando pie a interpretaciones distintas de lado y lado.
“Si no hay resultados ¿qué valor tiene este proceso? Hasta ahora el gobierno no cumplió nada y la oposición todo. El 6 de diciembre tenemos que ir por la salida electoral. Queremos la fecha. Si no, no cuenten conmigo en esa fiesta”, advirtió Capriles.
La MUD insiste en que la meta es la reactivación del referendo revocatorio contra Maduro -suspendido el 20 de octubre- o un adelanto a 2017 de las elecciones de diciembre de 2018.
No obstante, el gobierno descartó que eso esté en discusión. Maduro se ve terminando su mandato en enero de 2019 y dialogando por un buen rato. “Recibiremos enero, febrero, marzo con una mesa fortalecida”, aseguró.
Pero el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, considerado del ala radical, sentenció: “La derecha no ha cumplido en los acuerdos y mientras no cumplan nosotros no tenemos nada que hablar con ellos”, manifestó.
En ese sentido, pidió al Parlamento cumplir la orden de la máxima corte de dejar sin efecto, en un acto formal, la juramentación de tres diputados opositores cuya elección fue suspendida por denuncias de fraude del chavismo.
Es la condición para levantar la declaratoria de “desacato” contra la Asamblea, que solo se dio por notificada del pedido de desvinculación que le hicieran los propios parlamentarios.
Poco optimista sobre las conversaciones, el académico Benigno Alarcón advirtió que “la mesa de negociación se montó para desmontar los mecanismos de presión”, y si el gobierno logró eso, “no hay ninguna razón para negociar”.