Estanflación. Así denominan los economistas el ciclo que se caracteriza por una elevada inflación, una disminución del salario real y estancamiento económico. Y Venezuela tiene tres años consecutivos atravesando esta fase con consecuencias devastadoras para su población.
Nota de prensa
Braulio Merino, miembro de la dirección regional de Primero Justicia en el estado Bolívar y economista de profesión, aseguró que nuestro país sólo podrá superar esta crisis “cuando cambiemos el modelo fracasado que implementó Hugo Chávez bajo el disfraz de socialismo del siglo XXI y que ha radicalizado su sucesor, Nicolás Maduro”.
El dirigente justiciero explicó que el decrecimiento o estancamiento de la economía se ve reflejado en indicadores como el Producto Interno Bruto (PIB) que al cierre de 2016 podría experimentar cifras hasta ahora insospechadas; en la severa inflación que vaticina en 700% al término del año; en el desempleo real superior al 55%; y en la casi ausente producción nacional, que ha llevado a la escasez y el desabastecimiento de alimentos y medicinas a un 60% y 85%, respectivamente.
“Los precios del petróleo se desplomaron a finales de 2014 y no han repuntado hasta la fecha y Maduro y su grupito no han hecho otra cosa que hablar de una supuesta guerra económica que ya nadie cree. Son incompetentes desde todo punto de vista y hagan lo que hagan, no levantarán cabeza hasta tanto cambien el modelo económico. El socialismo ha fracasado en todas partes del mundo, porque lo único que ha logrado distribuir equitativamente es la pobreza, la miseria, el hambre y la ruindad”, explicó Merino.
“…Se estima que el PIB se contrajo por encima del 10 por ciento en 2016, lo cual implica una contracción acumulada del producto de más del 20 por ciento desde 2013…”, refiere el informe más reciente del Banco Mundial sobre Venezuela, fechado en octubre de este año.
Para salir de este ciclo de estanflación, Merino recomienda dar un viraje completo a las políticas macro y microeconómicas que pasan por acabar con los controles de precios y de cambio –donde hay intervención del Estado siempre habrá corrupción-, abrir las puertas a las inversiones extranjeras –a las cuales se le den garantías y confianza-; revertir las expropiaciones de empresas y tierras que hoy se encuentran paralizadas u ociosas; impulsar y potenciar la producción nacional para garantizar el abastecimiento de los productos de primera necesidad; fortalecer los rubros de exportación en los que tradicionalmente hemos sido competitivos; diversificar la economía para dejar de ser monoproductores; importar los rubros y materias primas estrictamente necesarios; disminuir el gasto público; desarrollar programas de capacitación en artes y oficios productivos que permitan la pronta reinserción al mercado laboral de tanta mano de obra inactiva; recuperar el valor de nuestra moneda y el poder adquisitivo del venezolano; promover la aprobación en la Asamblea Nacional de la Ley Candado para evitar que el gobierno siga regalando a otros países los recursos que pertenecen a todos los venezolanos; atacar con verdadera voluntad política y mano de hierro la corrupción administrativa y hacer las diligencias a que haya lugar para repatriar los recursos malhabidos que hoy reposan en cuentas bancarias en paraísos fiscales.
“Hay muchas otras medidas, pero tenemos que empezar a actuar sobre lo prioritario. Nuestro problema ya no es coyuntural, es estructural y si no lo atacamos ya, si no aplicamos las medidas fiscales y monetarias que corresponden, el año próximo será mucho peor que 2016. Como decían nuestros abuelos: ‘Ustedes no han visto llagas, sólo han visto peladuras’”, enfatizó el dirigente del estado Bolívar.
En la época de expansión más grande de la historia de Venezuela, el PIB pasó de $10 mil millones al año a $100 mil millones anuales. En ese entonces, el gobierno tenía que disminuir el gasto público y restringir el crédito, pero hizo todo lo contrario y de manera irresponsable incrementó el gasto a tal punto que luego de 18 años de abundancia terminó con una deuda externa 10 veces mayor, pasando de $34 mil millones a la llegada de Chávez al poder, a $340 mil millones con Nicolás Maduro.
“Y toda esta perversa operación se repitió una y otra vez para generarle un beneficio político al Gobierno en detrimento del país y así lo reveló el propio Jorge Giordani, quien manifestó que Chávez ordenó botar la casa por la ventana en 2012, con tal de asegurarse la presidencia de la República aun cuando se sabía mortalmente enfermo”, recordó Merino. “Hoy pagamos las consecuencias de un modelo siniestro”, concluyó.