Yorman Mejías, de 25 años, sembraba frijoles en su pequeña finca ubicada cerca de la localidad venezolana de Yaguaba, a unos 90 kilómetros al este de Caracas, cuando llegaron los militares, quienes lo amenazaron con sus rifles de asalto y procedieron a golpearlo, publica El Nuevo Herald.
“Esta es una Operación de Liberación del Pueblo”, anunció uno de los cinco uniformados, según versiones publicadas por la prensa local de los eventos ocurridos el 16 de octubre. Su hermano, un inválido postrado en una silla de ruedas, comenzó a quejarse.
“Cállate, deja de protestar, que a ti también te vamos a matar”, le advirtió un soldado que le apuntaba con su rifle. “Esto es una OLP y estamos cumpliendo órdenes presidenciales”.
Mejías, quien fue llevado esa tarde en un jeep de los militares, es uno de los 12 jóvenes que fueron encontrados este mes en fosas comunes en lo que está siendo llamado como “La Masacre de Barlovento”.
Los jóvenes habían sido interceptados por militares durante una operación de las OLP, programa emprendido por el régimen de Nicolás Maduro para enfrentar a la delincuencia en uno de los países más peligrosos del mundo.
Pero muchas de las redadas emprendidas bajo las OLP han terminado convirtiéndose en operaciones de exterminio, donde grupos conformados por docenas de soldados y policías salen a capturar bandoleros que luego son presentados a la opinión pública como “delincuentes abatidos” durante enfrentamientos con agentes del orden.
Según un informe elaborado recientemente por las ONGs Human Rights Watch y Provea, más de 700 personas habían sido ejecutadas extrajudicialmente desde el lanzamiento del programa.
“Salen a matar ”, dijo desde Caracas Inti Rodríguez, coordinador de Provea, organización que vela por los derechos humanos en Venezuela.
La diferencia en este caso es que las víctimas de la Masacre de Barlovento no eran delincuentes, afirmó Gabriela Buada Blondell, portavoz de la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, ONG que vela por la preservación de los derechos humanos y que ha mantenido contacto con los familiares de las víctimas.
Siga leyendo en El Nuevo Herald