Con la premeditada intención, al mejor estilo fascista goebbeliano, de hacernos creer que es blanco lo que en realidad es negro, los distintos voceros del régimen repiten el título del aguinaldo “Prendan la luz que es diciembre”, con el velado propósito de ubicarnos en ese mundo de fantasía creado por el difundo “comandante eterno” para convencernos de la construcción socialista supuestamente en marcha de un país potencia, con alegría y paz.
Lo dijo el diplomático Chaderton en un programa de televisión, lo repiten personeros gubernamentales y nos lo machacan con el aguinaldito a través de todos los medios televisivos y radiofónicos, para tratar de convencernos de que la población debe olvidarse de las penurias que está sufriendo con el terremoto económico que le impide el acceso a la comida y la medicina, entre otros renglones de consumo básicos para la subsistencia humana, mientras ellos continúan dándose el lujo de dilapidar los pocos recursos que van quedando en las arcas del tesoro público en costosos viajes al exterior con muchos invitados y en bonches con los que se pretende imponer la alegría como una orden de Estado.
A prender la luz llaman, mientras las fallas de energía sigue afectando a la población por el desvío de los dineros destinados a ampliar el sistema de suministro eléctrico, y el alumbrado público soporta su más severa crisis por la falta de mantenimiento y reposición de bombillos, lo cual facilita el “trabajo” del hampa; y también desde el alto gobierno se ordena sumir en la oscuridad a un país al que se le niega información sobre el estado de las finanzas y el verdadero destino que se le da a los fondos públicos, al mismo tiempo que se le priva de su derecho constitucional de elegir y revocar sus gobernantes.
Con su “Prendan la luz que es diciembre” se ha pretendido en vano adelantar la alegría de la celebración pascual que para los venezolanos había sido, desde mucho antes de la implantación del actual régimen, una temporada donde la espontaneidad de la población se hacía presente no necesariamente desde noviembre, sino aún desde poco antes, con la aparición de la música típica de la época como la gaita y los aguinaldos, la disposición de muchos a elaborar sus presupuestos para la compra de los materiales que formarían parte de la hallaca así como del pan de jamón, y el entusiasmo de la gente para montar los símbolos tradicionales del pesebre y el arbolito, ambos alumbrados con titilantes luces que, entonces sí, alumbraban el alma y la mente de los venezolanos.
Pero con todo eso acabó la “revolución”. Ya resulta imposible calcular los gastos de todas esas cosas que entusiasmaban a los venezolanos, porque con los aumentos que minuto a minuto afecta a todo dentro de la espiral inflacionaria que lo ahoga, los cuentos engañosos como la producción de “millones de hallaca” y los artificiales aumentos de salarios y pensiones, hacen a cualquiera ubicarse en la triste realidad sobre la situación que padece todo un pueblo; y también porque desconocen los “cerebros” del régimen que la alegría y mucho menos la navidad no se decretan.
Por eso, ante ese cuadro con el que pretenden engañar a la población los “genios” de la propaganda gubernamental, nuestro llamado debe ser a acercarnos a la verdadera claridad para entender la realidad de los que nos está afectando como país; a comprender, de una vez por todas, que no puede la dirigencia democrática seguir cayendo en las trampas que a cada paso le tiende el régimen y que hasta el momento están logrando dividirlo y con ellos al pueblo; y que debemos “prender la luz” no precisamente porque estemos en diciembre, sino porque es necesario aclarar nuestras mentes para definir rumbos ciertos en unidad.
Hagamos el esfuerzo, y en esta fecha cuando se está a punto de un nuevo encuentro Gobierno-Oposición, asistamos con la claridad de los objetivos, y esos no pueden ser otro que los de mantener la defensa de los derechos consagrados en nuestra carta magna, donde deben destacar en estos momentos, el respeto al voto y al revocatorio así como el reconocimiento del poder legislativo como representación máxima de la voluntad y los intereses del pueblo, como única forma de lograr el cambio que la mayoría del país reclama hoy.
@JJMorenoA