Al dar la estocada final al Referendo Revocatorio el gobierno se encontró con un gran problema, un pueblo dispuesto a defender en la calle sus derechos y una oposición unida y dispuesta ha retar al gobierno con acciones tanto legislativas, como de calle que lo colocaban en jaque.
Ante este panorama el gobierno se jugó una vieja carta, utilizada desde los tiempos del fallecido Hugo Chávez, el diálogo, pero como en numerosas oportunidades fue usado como táctica dilatoria era difícil sentar a los líderes de la Unidad en esta nueva emboscada. A nuestro mitómano (patología presidencial), se le ocurrió engañar esta vez al Papa, cuyo prestigio internacional haría muy difícil para la MUD negarse a una petición del pontífice.
En su viaje sorpresa, Maduro consiguió a punta de promesas y una declaración de intenciones que nunca tuvo, convencer al Papa Francisco de que era mejor darle oportunidad a un diálogo que dirigirse a una confrontación violenta. Consientes de la capacidad de engaño del personaje que se hospeda en La Casona, pero con la petición del Papa y la posibilidad de salvar la vida a miles de venezolanos la MUD nombró sus representantes para el diálogo.
Luego de un mes no solo la mesa de diálogo sigue sin ofrecer resultados, sino que los pocos compromisos que asumió el gobierno han sido incumplidos. La Unidad paralizó el juicio político a Maduro, suspendió la marcha a Miraflores, las actividades de calle, desincorporó a los diputados de amazonas y en contrapartida el gobierno debió anular el desacato de la AN y realizar elecciones en Amazonas, de esta forma quedaba libre el camino para nombrar 2 rectores del CNE y llegar a una salida pacífica y electoral.
El engaño del gobierno a todos los involucrados internacionales anuló la poca credibilidad que conservaba fuera de Venezuela (dentro es nula), pero logró que llegara hasta 2017, año donde enfrentará a un pueblo agobiado por la crisis, a una oposición unida y sin salvavidas internacionales.
No debemos sentirnos derrotados, sino saber que el gobernó ha gastado su último cartucho, ya nadie cree sus falacias y le tocará enfrentar el juicio del pueblo.