Muchas páginas se han escrito y habrán de escribirse sobre el Profesor Universitario. Un profesional intensivo en conocimiento con la disposición de socializarlo y compartirlo; no de utilizarlo en su propio beneficio. Esa conducta y actitud marca una pauta de diferenciación con otros profesionales que, en legítimo derecho y sin transgresión a la ética, pueden buscar un destino diferente a su conocimiento al dimensionarlo como un capital personal del cual puede obtener grandes beneficios, si lo coloca, por ejemplo, al servicio de la competitividad empresarial.
El Profesor Universitario auténtico, cuyo perfil podemos simbolizarlo hoy, con el de un maestro y eminente académico que acaba de marcharse, me refiero al Dr. José Colina Chourio (qepd) a quien le dedico este modesto homenaje, actúa con denodado esfuerzo en la docencia de pre y postgrado, trasmitiendo todo su saber a sus estudiantes a quienes jamás verá como sus competidores y sintiendo la satisfacción al verlos crecer cuanti-culitativamente en conocimiento y elevado desempeño profesional y espiritual.
De igual modo, impulsa con dedicación y entusiasmo las actividades de investigación, básica o aplicada, tratando de encontrar el Porqué de las cosas en su campo profesional, o buscando respuestas y soluciones a problemas que puedan afectar en una u otra forma a la sociedad. Allí se traduce su vocación de servicio y ese sentido apostolar con el cual cumple esta función imprescindible de un auténtico profesor universitario. La Investigación se convierte así en su pasión, así como su laboratorio o campo experimental, en su segundo hogar. Allí busca con ansias la respuesta que impactará a la sociedad y cuyos resultados divulgará con entusiasmo en una revista arbitrada, puesto que su misión no es apropiarse y reservarse ese nuevo conocimiento, sino divulgarlo y compartirlo.
Esta actividad articulada y coherente traducida en servicio a la sociedad, constituye la Función Extensión, la cual deberá adquirir un mayor dinamismo en el impulso del nuevo modelo o paradigma que hemos venido planteando, el cual denominamos “La Universidad de Servicio”
Por lo antes expuesto, los Países y los gobiernos que justiprecian la importancia del conocimiento como la única vía posible para quebrar la dependencia e impulsar su desarrollo, le confieren al educador y al Profesor Universitario en particular, un tratamiento privilegiado, puesto que él representa la auténtica esperanza para la formación del capital intelectual de la patria. No lo maltrata y, al contrario, dispone para él, recursos y estímulos suficientes que se traducirán luego, en grandes beneficios para el País.
Nuevos retos e innovadores roles desafían hoy la creatividad del Profesor Universitario, en la Postmodernidad y la Sociedad del Conocimiento, lo cual trataremos en otras entregas. En nuestro País no existen hoy las condiciones apropiadas para impulsarlos con profundidad y entusiasmo, como es nuestra vocación. Estamos conscientes de los cambios profundos que deben operarse en las Instituciones de Educación Superior (IES), para desarrollar en ellas una nueva cultura signada por principios de Calidad, Innovación y Responsabilidad Social que permitan adaptarlas a las nuevas realidades y requerimientos de la sociedad. Afortunadamente, Venezuela debe estar segura de poseer en sus universidades, muchos “CHEO COLINA”, dispuestos, como él lo hizo, a entregarse apasionadamente para cumplir de la mejor manera, el noble rol del Profesor Universitario.
A todos mis colegas profesores universitarios, un fraternal abrazo, con la inquebrantable fe en el Señor, de que pronto tendremos las condiciones que aspiramos para dar nuestro aporte a la reconstrucción de la Patria grande que todos anhelamos.