Sin duda Luis Vicente León es uno de los comentaristas políticos más inteligentes de Venezuela. No obstante, tras leer su interpretación de la encuesta realizada por Datanálisis sobre el diálogo, he concluido que perdió los libros en este asunto particular…
Desnudando el discurso
Sugiere Luis Vicente que el diálogo no es un error porque 57% de la gente consultada estaría a favor de esta iniciativa.
Ahora bien, una cosa es que los consultados apoyen el diálogo y otra muy distinta es que el diálogo no sea un error porque lo diga la mayoría. Como se sabe, las mayorías también se equivocan. Sin ir muy lejos, Venezuela está padeciendo las consecuencias socioeconómicas más nefastas del legado de Hugo Chávez porque la “mayoría” de entonces consideró –erradamente- que su gobierno beneficiaría a todos los venezolanos.
En términos lógicos, este razonamiento no cuadra y es lo que se conoce como falacia por autoridad (Premisa mayor: la mayoría no se equivoca. Premisa menor: la mayoría apoya el diálogo. Conclusión: El diálogo no es un error).
Sin embargo, si tu punto, Luis Vicente, es que la mayoría de los encuestados tiene una percepción positiva del diálogo y esto contradice la lectura imprecisa que dan muchos formadores de opinión sobre el tema, tal reflexión también es incoherente por lo siguiente:
Premisa mayor: La percepción determina la acción política. Premisa menor: La mayoría tiene una percepción positiva del diálogo. Conclusión: el dialogo debe seguir. Resultado: Falacia.
En este caso, tus fundamentos para ese argumento no tienen relación tu conclusión. En otras palabras, los políticos serios no condicionan sus decisiones al marketing político sino a principios y/o ideologías. Particularmente, la decisión sobre la restauración o cese definitivo del diálogo debería determinarse con base a los siguientes indicadores: (1) ¿compromete o no los valores democráticos? (2) ¿existe buena fe entre las partes involucradas?; (3) ¿cuáles son las probabilidades de éxito (¿alcanzaré mis principales aspiraciones por esa vía?)?; (4) ¿cumpliría el gobierno los potenciales acuerdos?
Quizás el mayor sorprendido sea Henry Ramos Allup, quién es uno de los que se paseó por la idea del “autosuicidió” (recordando la frase del presidente Pérez), cuando presumió la impopularidad general del diálogo y manifestó estar dispuesto a asumir su costo político. Probablemente esto también guarde relación con el rotundo desacuerdo de Ramos Allup en torno a la propuesta de convertir el marketing político en la brújula del quehacer político venezolano.
El diálogo es un error hasta que se demuestre lo contrario
La MUD entró en el diálogo con la intención pública de sacar al presidente Maduro. Inicialmente, pretendió hacerlo a través del referendo revocatorio, y ahora está tratando de comprometer al Chavismo con un calendario electoral para el año 2017 y 2018. La segunda gran meta de la MUD es conseguir la liberación de 71 presos políticos, incluyendo a Leopoldo López.
Ciertamente, no se podía esperar que la MUD terminara con el 100% de sus aspiraciones satisfechas. Pero tampoco hay que ser adivino para saber con certeza que -ayer, hoy, mañana y siempre- el diálogo representa un retroceso político para Venezuela mientras la MUD mantenga a sus seguidores en pasividad complaciente y el gobierno cuente con el apoyo aparente del ejército.
En mi opinión, una lección importante del estallido social -ocurrido en los últimos días a lo largo del país- es que hay mucha gente indiferente al diálogo y a sus líderes ¿Pero qué tienen que ver los saqueos con el diálogo si su causa fue la eliminación del billete de Bs. 100? Ni el gobierno y ni la MUD generan confianza necesaria para contener al colectivo hambreado y desesperado, el cual se llevó por delante a la mesa.
Naturalmente no es toda Venezuela la que se ha rebelado en contra del establishment. Irónicamente, el caos generalizado está demostrando que el argumento de las mayorías no aplica. En este caso, decenas de personas descontentas -desde venezolanos decentes hasta pranes-, lograron desestabilizar al gobierno en cuestión de horas, a tal punto, que éste se vio obligado a recular.
Ni tan calvo ni con dos pelucas
Coincido con Luis Vicente en varios puntos. Primero, con la gente metida en sus casas no vamos pal’ baile. Segundo, resulta irresponsable y criminal tratar de usar a conciudadanos como carne de cañón, incitándolos a saquear o a marchar hacia Miraflores. Tercero, el camino es la protesta no-violenta, con sus distintas tácticas irreverentes. Si no se muestra músculo en la calle, no habrá manera de disuadir al gobierno y a sus aliados militares de que les conviene aceptar la transición.
Guste o no, el poder militar siempre ha tenido una participación especial en todas las transiciones conocidas. No habrá excepción histórica en Venezuela.
Claudio J. Sandoval (Twitter / Linkedin / Instagram: @Claudiopedia), es Venezolano, abogado e investigador del Departamento de Ciencias Políticas de Georgia State University, con sede en Atlanta.