Aquel día que Hugo Chávez se despidió definitivamente de Venezuela, apareció flanqueado por dos delfines. Un civil que venía ocupando cargos en su gobierno durante los últimos años y un golpista frustrado sin compromiso alguno con los principios de la democracia. Aprovechaba el caudillo su última perorata para pedir el voto por Nicolás Maduro. Cabello asistía impertérrito a un evento que lo borraba, al menos en ese momento, de la línea de sucesión.
Fue una de esas pocas veces que vi a Hugo en vivo. Debo admitir que no disfrutaba de su discurso hiperbólico y grandilocuente cargado de inexactitudes y rebosante de mentiras. Ese día pude confirmar mi hipótesis. Chávez tenía a su lado personajes grises que se debían distinguir por dos elementos, su obsecuencia con él y por su cortedad intelectual. Prueba de ello eran esos dos indiviudos que en su ausencia quedaban al mando del proyecto de dominación que se adelanta en el país.
Como siempre, asesorados por la quincalla cubana, los dos individuos desde sus posiciones de poder se dedicaron a instaurar en Venezuela una morisqueta de gobierno. Una especie de administración cuyo objetivo era lograr mantener al chavismo en el poder. Como manda la receta castrista, lo primero que hicieron fue vestirse con los ropajes de ser hijos y herederos del comandante. Incluso llegó Maduro a tratar de inventarse una conexión espiritual según la cual el difunto se le aparecía a cada momento de diversas formas para recordarle que la lucha seguía y toda esa monserga con la que llena su vacuo discurso.
Es así como desde 2013, Venezuela sufre un gobierno que no gobierna. Una administración que sistemáticamente se ha negado a tomar las medidas que debió haber puesto en práctica para evitar la tragedia que actualmente vivimos los venezolanos.
Ya en esos tiempos se anunciaba el fin del súper ciclo de las materias primas. Era cantado que el precio del petróleo se iba a derrumbar. Era más que necesario evitar que la inacción provocara el colapso de la economía. Las acciones que se debieron tomar fueron suplantadas por mentiras y anuncios que no se cumplieron.
Maduro, en su limitada capacidad intelectual, no ha sido capaz de armar un gabinete que esté a la altura de las necesidades del país. Por el contrario, se ha rodeado de mediocres a quienes como único requisito se les pide estar dispuestos a mentir y hablar de proyectos o situaciones inexistentes.
Lo económico clama ante los ojos de Dios. Maduro se consiguió a un asesor económico español, de Podemos. Tuve la oportunidad de leer la tesis de doctorado de este señor y puedo decir que con seguridad la misma no hubiese sido aprobada en una de nuestras universidades con programa de quinto nivel en economía. Serrano Mancilla, el cristo de la economía según el propio Maduro, ha insistido en que se mantenga el control de cambio. En que se mantenga el cono monetario. Fue el que le enseñó a su alumno que fue ministro de economía por un día que la inflación no existía. El asesor español es de los que piensa que la economía es como un mecanismo que se diseña a la medida del gobierno de turno.
He ahí nuestra desdicha. Un ignorante de la economía, Maduro, se busca a un teórico sin mucha experiencia práctica y comienzan a experimentar y a tomar decisiones que han venido afectando y empobreciendo al pueblo venezolano.
Lo de los billetes de cien es una verdadera morisqueta. Contrario a lo que opinan muchos analistas, este fue un experimento que le salió muy mal a Maduro. Una letal combinación de improvisación e ignorancia le llevó a tomar una medida cuyos resultados no supo anticipar. Esto no tuvo nada de calculado. Fue una metida de pata clásica de un gobernante sin la capacidad de evaluar una acción a tomar y comprender los efectos que la misma pudiera tener sobre la población.
Para quienes sigan pensando en las teorías de la conspiración les dejo dos pruebas de la poquedad mental de este gobierno. La primera la protagoniza Reverol. Me consta que algunos generales se molestan cuando les pregunto cómo hizo ese señor para llegar al mismo grado de ellos. El que finge ser (finge, no funge) ministro de interior dio una explicación que justificaba la medida tomada con el billete de 100 que pudiera formar parte del libreto de una entrega de Locademia de Policía. Una historieta absolutamente inverosímil. ¿Cómo es que alguien va a pagar un dólar y pico por un billete si puede comprar diez por un dólar? Eso con el precio a mil. Las mentiras buscan tapar la morisqueta que es este gobierno. No puedo creer que no sepan que las transacciones de compra de dólares son en un 99% hechas por transferencia. Allá los que quieran seguir creyendo en los planes perfectamente diseñados por esta manga de incapaces.
Ante el desastre que se armó en Venezuela por la medida de recoger en un plazo demasiado corto los billetes de 100, Maduro se vio en la necesidad de recular. No tenía los billetes nuevos a disposición para tapar el hueco que generó en el día a día del venezolano y mucha gente manifestó su inconformidad con protestas y los condenables saqueos.
Sin embargo, siguen muchos desde la oposición alabando al gobierno cuando dicen que Maduro hizo todo eso bajo un plan perfectamente diseñado. Me permito decirles categóricamente: están equivocados. Lo que estamos viendo son las acciones de un gobierno de mentira.
Un gobierno preocupado por una agenda de asuntos totalmente distinta de la que le importa a los venezolanos. Un gobierno que no tiene idea de cómo superar esta crisis. Un gobierno que solo sale hilar una sarta de sandeces para hacer creer a gente con mentalidad infantil que somos víctimas de una conspiración galáctica.
Las energías hay que usarlas para condenar a Maduro y su gobierno morisqueta y exigirle que le devuelva al pueblo la capacidad de elegir un nuevo presidente.
@botellazo