Se contabilizaron 10 ciudades convulsas aquel desventurado viernes, con sus ánimos aniquilados y a la espera de recobrar la justicia de sus dineros desvalorizados. Tramar la eliminación del billete de 100 bolívares en el pandemónium decembrino, siendo el papel moneda de mayor denominación en el bolsillo venezolano y que cubre la mitad de lo circulante, sirvió de detonante perfecto a la consternación popular.
Que el mandatario nacional asegurase con sus frases inciertas de acabar a través de la invalidación de este billete, con el inquebrantable agravio fronterizo, las mafias imaginarias contra el gobierno y emprender el camino imperturbable para sincerar la economía, sólo generó la cotidiana quebradura de nervios de una nación constipada en desalientos.
El reloj marcó su marcha de incomprensiones cuando se le apuntó 72 horas de vida a ese billete de 100. Pero tan irremediable dictamen no vino acompañado de soluciones precisas, sino de ingratas presiones a una sociedad hastiada de sacrificios. El famoso cono monetario no llegó en el tiempo señalado y, para el momento de ver fenecer a tan apabullado billete, el ciudadano carecía de su sustituto para adquirir o pagar lo que sea.
¿Cuál fue la combustión propiciadora de los saqueos suscitados en varias localidades de nuestro apacible país? Cuando se modificaron las treguas a las malas noticias y se disminuyó el tiempo para el canje de la moneda inservible, pasando de 10 a sólo 5 días y ubicando al Banco Central de Venezuela de Caracas como único centro para depositar esos billetes repulsivos, la paciencia nacional se convirtió en estruendo, desatando el reclamo masivo, exteriorizando sus frustraciones irreconciliables y blandiendo unos billetes que no servirán ni para adornos de sanitarios.
Desde el pasado viernes, una gran cantidad de comercios han sufrido los embates de saqueos en la ciudad de El Callao. Varias como Cumaná, Valera, San Cristóbal, Maturín, Santa Elena de Uairén, Maracaibo y otras tantas, evidenciaron igual irregularidad. Innumerables locales comerciales en el país no abrieron sus puertas en la semana de mayor venta del año, asaltados por un temor pedregoso de ser desvalijados por ciudadanos aturdidos.
Existe una realidad inexorable. El verdulero de la esquina, las unidades de transporte público, taxistas y una gran variedad de establecimientos carecen de punto para el dinero electrónico, a sabiendas que por lo menos 40 por ciento de los venezolanos no poseen tarjetas de débito o cuentas bancarias.
Como en un cruento relato de horror, los cajeros permanecen sin dinero de alguna clase y no se divisa todavía la precisión del día en el cual llegarán verdaderamente los nuevos billetes de mayor denominación, pues ya el lamentable encargado de gobernar esta nación habla de un “sabotaje internacional” para su arribo.
De repente, tras convertir el país en un hervidero, Maduro decidió revivir el sábado, en plena transmisión televisiva, al los tan mancillados 100 bolívares y le dio oxígeno hasta el dos de enero, mientras en el estado Bolívar —casualmente lleva el nombre de nuestra moneda— la consternación se revuelve entre desmesurados saqueos, que no perdona ni a los hogares.
Había prometido no escribir la semana previa a Navidad, sobre la política desestimulante de mi país. Pero ni para estas fechas de paz, quienes gobiernan esta nación dejan de despilfarrar sus detestables desdichas al por mayor. Espero que lo próximo a sacar de circulación sea a este régimen, que siempre levanta la polvareda de lo indignante y sabe como desdibujarle la sonrisa a la población, hasta en los días cercanos a la natividad del Señor.
MgS. José Luis Zambrano Padauy
Director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”
@Joseluis5571