Incertidumbre, así probablemente definiría cualquier venezolano el destino del país en los próximos meses, y debe ser de esta forma porque este año nos cambió el terreno de juego. Arrancamos 2016 con toda la esperanza de quien viene de ganar una batalla épica, de quien derrotó por paliza al adversario el sexto partido de la final y va al séptimo con todo el ánimo para llevarse el campeonato. Sin embargo el equipo rival, la liga y los árbitros estaban confabulados para evitar que nos lleváramos el título, que para nosotros no es otra cosa que la libertad para superar la crisis económica y alcanzar los valores de la democracia liberal.
La forma como el PSUV había venido usando el poder del estado, había sido despiadada, pero en su pretensión por consumar el totalitarismo de izquierda en Venezuela, había fallado al dejarnos una trinchera clara para lograr el cambio, las elecciones. En estos procesos descubrimos que organizándonos para defender los votos y teniendo a la mayoría del país de nuestro lado, no había forma de detenernos.
El momento cumbre del año vino en el instante en el cual, el Tribunal Supremos de Justicia (TSJ), transgredió su rol como garante de la justicia y se convirtió definitivamente en el asesino de la democracia. Siendo honestos, a pesar de que conocíamos la naturaleza del régimen, fuimos inocentes y pensamos que esto no iba a pasar, que tendríamos Revocatorio y CAMBIO. La MUD que indiscutiblemente ha sido una alianza valiosa que ha podido ayudar al país a recuperar espacios frente al PSUV, no estaba preparada para lo que se venía, nuestra dinámica de acuerdos electorales y lucha constitucional quedaba truncada.
Durante este proceso, la confusión reinaba. Pensamos por un momento que Miraflores era la salida, conservábamos la imagen del 11 de abril, pero la verdad ese día lo que paso no es que la movilización ciudadana derrocó a Chávez, lo cierto es que hubo un golpe de estado y no es en eso en lo que creemos, ni lo que queremos para Venezuela. Llevar a la gente al Palacio de Gobierno iba a resultar en una tragedia que no nos garantizaba el cambio político del país y arriesgar la vida de cualquier ciudadano no es parte de nuestros valores.
Luego estuvimos políticamente obligados a sentarnos en el proceso del diálogo para no perder la credibilidad internacional que habíamos logrado durante los últimos años. Sabíamos en este punto, que no íbamos a avanzar todo lo que queríamos, pero teníamos que luchar para que por medio de la presión de la Iglesia pudiéramos encontrar el camino para restablecer el derecho al voto, abrir el canal humanitario y liberar a los presos políticos. A estas alturas son pocos los avances del diálogo, muchos sus costos, pero al menos logramos que algunos presos políticos volvieran a reunirse con sus familias, sabemos que no es suficiente, pero liberarlos es valioso y demostramos nuevamente al mundo nuestra vocación democrática.
Pero lo más importante no es lo que pasó, sino lo que viene en respuesta a eso. Lo primero que debemos hacer es lograr la evolución de la Mesa de la Unidad (MUD), digo evolucionar porque no se trata de destruirla y demeritar lo mucho que ha hecho por la lucha por la libertad, se trata de adaptarla a este nuevo escenario de lucha. Lo cierto es que no sabemos si la Dictadura restablezca el derecho al voto, no tenemos la certeza si realmente serán primarias y luego elecciones a gobernadores y alcaldes lo que nos depara el año que viene, pero tenemos que estar preparados para todo. Por ende la alianza electoral debe mantenerse pero debe trascender a ello, les recomiendo revisar el artículo “Oposición Reinventada” de Roberto Casanova para profundizar en la discusión, pero lo cierto es que tenemos que entender que el elemento de la lucha No Violenta debe estar presente, la protesta social organizada que incluya a muchas fuerzas sociales más allá de los partidos políticos debe arrancar.
En pocos días empezará el que probablemente sea el último capítulo de la historia del Socialismo del siglo XXI en Venezuela, pero eso dependerá de nuestra capacidad para organizarnos, para generar una estrategia clara e incluyente, para ser lo suficientemente resilientes como sociedad, para levantarnos frente a estas estocadas del régimen, para ser valientes en la exigencia de unas elecciones generales y sobre todas las cosas la fe que tengamos de seguir luchando. Muchos cuestionarán el tema espiritual y querrán cosas concretas que motiven, pero si algo se puede aprender de las luchas emprendidas por Ghandi, Martin Luther King, Winston Churchill, entre muchos otros líderes, es que no se puede resistir y mucho menos ganar en una lucha como esta, sin tener fe, sin tener esperanza.
Jesús Armas, Concejal del municipio Libertador.